miércoles, 14 de septiembre de 2016

DESARROLLO SOSTENIBLE: APROXIMACIONES DESDE El PERU

La preocupación ambiental es un tema actual en nuestro país. Esto se expresa en los medios de comunicación, los discursos de técnicos o políticos e incluso el sentido común de la mayor parte de nuestra población, tal como lo han registrado encuestas realizadas por organismos especializados en los últimos años (APOYO, 1991 ; 1995), Cuánto (1997). También hay organizaciones dedicados a su tratamiento sistemático.

¿Pero qué significa esta preocupación?, ¿es sólo una percepción compartida o constituye ya un interés social?, ¿quién o quiénes expresan los intereses ambientales del país?, ¿cuál es su entronque con la historia, el pensamiento y las necesidades estructurales de nuestro país?.

Todavía está pendiente hacer una lectura de nuestra historia ambiental, pero algunas ideas se pueden adelantar esperando que sean de utilidad en la presente coyuntura mental y aporten a nuestra identidad como a la construcción de un ambientalismo propio que nos alcance y comprometa a todos.

Nuestro país es muy complejo. Existen muchos estudios y acercamientos comprensivos de sus características. Los hay desde las ciencias histórico- sociales, las ciencias naturales, la literatura, el arte, la tradición y saber popular, la fe religiosa, entre otras. Todas pueden ser válidas- unas más que otras- pues dan cuenta de los diferentes aspectos, momentos y actores de la realidad. Una lectura lúcida del país supone entonces tener en cuenta la totalidad de estos aportes. También un pensar que "inicie de nuevo" a partir de destronar el imperialismo de la razón teórica objetiva y dar confianza a la intuición (Santuc, 1995). 

Una expresión de esta ampliación de enfoques comprensivos es la crítica al cientificismo y el crédito que dan a la obra literaria- por ejemplo de José María Arquedas- algunos autores al evaluar el desempeño de las ciencias sociales en el país (Portocarrero, 1993) o la búsqueda de conocimientos sobre nuestra realidad por caminos realmente insospechados: los sueños infantiles (Portocarrero, 1989) o la locura (Ruiz, 1994).

No es propósito de este trabajo hacer una relectura integral del país, sino simplemente advertir su necesidad y proponer- entre otros acercamientos- una evaluación histórica correlacionando intensivamente las dinámicas humana y ecológica, como lo intentan Pablo Sánchez (1994), Antonio Brack (1994) o Ernesto Yepes (1993).

También se propone sugerir la articulación del pasado con la visión prospectiva hacia el futuro, sobre la base del uso diversificado de nuestro territorio, tal como fue planteado ya en la década pasada por Francisco Sagasti (1993), al diseñar los futuribles o la moderna utopía peruana. Otro aporte en este sentido fue hecho por la Comisión Nacional preparatoria de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en su informe final (CNUMAD, 1992).
Versiones más actuales de este pensamiento integrador del país, desde un enfoque más operativo y empresarial, puede encontrarse en el Movimiento Perú 2021, el Proyecto Empresarial Peruano (PEP) y la visión de futuro construida por CADE 1996.
Esta "visión ampliada" del país es la que posibilitará cuestionar tradicionales y arraigados esquemas mentales (por ejemplo que el Perú es un "mendigo sentado en un banco de oro"), que han subvalorado e inhibido el aporte del trabajo y creatividad humanas desperdiciando oportunidades de crear riqueza (Castro, 1995), como tampoco han permitido percibir ni valorar la diversidad de paisajes, recursos biológicos y genéticos con que contamos- entre otros potenciales- planteados tempranamente por autores como Dourojeanni (1987).
Igual es el caso de la visión de "país agrario" teniendo no más del 5.91% del territorio apto para actividades agrícolas, (predominando las tierras de aptitud forestal, las de pastos y las de protección) o constatando que el país está ubicado en una de la zonas más propensas a la desertificación a nivel mundial- siendo árido el 36% de nuestro territorio sobre el que se asiento el 90% de la población incluyendo la mayor porte de la actividad agropecuaria, industrial y minera del país)- (INRENA- PNUMA-FAO, 1993).
O aquella visión del país construida a partir de la percepción y experiencia costeña y andina, sin considerar que 60% de nuestro territorio es amazónico con los grandes aportes- de ecosistemas y culturas- que ello implica para el desarrollo futuro del país y la misma sustentabilidad de la vida en el planeta, tal como lo resaltan Heinrich Herberg (1995) y recientemente el Instituto de Investigación de la Amazonia Peruana (IIAP, 1996).
Un replanteamiento de esta magnitud comprometerá las clásicas disciplinas e identidades académicas (economía, sociología, antropología, etc.), abriendo en cambio otras (la ecología humana por ejemplo) y definitivamente obligará a enfoques integradores, transdisciplinarios y operativos (proyectación ambiental).



NUESTRA HERENCIA SOCIO-AMBIENTAL ( *)
El Perú es heredero de milenarias culturas andino- amazónicas que lograron desarrollarse con un relativo equilibrio entre sus necesidades de sobrevivencia y la dinámica de los procesos naturales. Esto fue posible gracias a mentalidades, sistemas sociales y estrategias tecnológicas que permitieron una optimización de las capacidades laborales, un adecuado poblamiento del territorio y el aprovechamiento de los recursos sin sobrepasar su capacidad de regeneración o producir severos daños a los ecosistemas.

El Perú es también resultado de un proceso de conquista y colonización europea que significó un profundo trauma humano y el inicio de un severo deterioro ambiental. El virreynato con su visión depredadora, saqueó los recursos naturales e inhumanizó la vida del continente.

Resultado de ello son la drástica caída demográfica, la desestructuración de los ordenamientos étnicos y sociales tradicionales, la pérdida cultural y, lo mas grave, la imposición de valores humanos y económicos ajenos a nuestra historia y ambiente. A nivel productivo resaltan el abandono y destrucción de andenes y canales de riego, la tala de bosques costeros y serranos, el casi exterminio de los camélidos sudamericanos, entre otros.

La república continuó con estas prácticas depredadoras, extendiéndolos- bajo forma de "boom" económico- a otros recursos naturales: en el siglo XIX, el guano, salitre, caucho, pastos y bosques cordilleranos y, en el siglo XX, el pescado, petróleo, fauna y flora silvestre, lo cual ha conllevado deterioro de nuestros ecosistemas y empleo irracional de la energía laboral humana. 

Paralelo a ello la introducción de tecnologías inapropiadas (sobre todo en la extracción y procesamiento de nuestros minerales y las industrias de transformación en las grandes ciudades y puertos) ha producido- y está produciendo- impactos negativos como la mortandad de ríos, lagunas y de importantes sectores de nuestras costas marinas, así como la contaminación atmosférica.

En las últimas décadas el proceso de modernización, la crisis económica y la violencia propiciaron una importante ola migratoria hacia las ciudades produciendo un sentido impacto humano (tugurización, epidemias, desintegración social, etc.) y nuevos problemas como la urbanización de tierras agrícolas y el crecimiento irracional del parque automotor con su secuela de contaminación y problemas de tránsito, la contaminación industrial y otros. Pero, la migración también se ha dirigido hacia la región amazónica, derivando en la forzada colonización- deforestación de la selva alta, el cultivo y procesamiento ilícito de hojas de coca, la inadecuada extracción del oro y, en general, la explotación irracional del suelo y los recursos madera, frutos y fauna silvestres.

Este recuento- hipercrítico- no se propone abonar una imagen desdichada del país, todo lo contrario, busca mostrar los puntos límites a los que hemos llegado con nuestros esquemas a fin de cuestionar los patrones de desarrollo seguidos y avanzar hacia enfoques más heurísticos de acuerdo a la nueva conciencia- y las nuevas sensibilidades- planteadas por la humanidad a puertas de un nuevo milenio.
Aunque de modo incipiente el país viene dando pasos en ese sentido. Son indicadores de esto el inicio de una reestructuración y despegue económico (con criterios productivos, de competitividad global y responsabilidad ambiental), como la evolución de su mentalidad económica (aparición de una cultura empresarial desde la base y tendencia a la superación del mercantilismo). 

Con ello quizá se pueda avanzar hacia una economía social y ecológica de mercado capaz de satisfacer las nuevas exigencias de calidad y productividad, de protección ambiental y aprovechamiento sostenible de sus recursos y- por esta vía- dar pasos eficaces hacia sistemas de producción y modos de vida más equitativos y humanos, tal como no se pudo hacer con ideas y modelos fundados sólo en ideologías o indicadores económicos.

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