Los orígenes de la educación ambiental se sitúan en
los años 70, la misma surge en el contexto de preocupación mundial ante la seria desestabilización de los
sistemas naturales, lo cual pone en evidencia la insostenibilidad del
paradigma de desarrollo industrial o "desarrollista", y lleva a la
comunidad internacional al planteamiento de
la necesidad de cambios en las ciencias, entre ellas, las ciencias de la
educación, con el objetivo de darle respuesta a los crecientes y novedosos
problemas que afronta la humanidad.
El
concepto de educación ambiental no se ha mantenido estático, el mismo se ha
modificado, precisamente en correspondencia con la evolución de la idea de
medio ambiente. En un principio la atención se centró en cuestiones tales como
la conservación de los recursos naturales, así como de los elementos físico-naturales
que constituyen la base de nuestro medio, la protección de la flora y la fauna,
etc. Paulatinamente se han incorporado a este concepto, las dimensiones
tecnológicas, socioculturales, políticas y económicas, las cuales son
fundamentales para entender las relaciones de la humanidad con su ambiente y
así poder gestionar los recursos del mismo.
Aunque
el término educación ambiental ya aparece en documentos de la Organización de
las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura (UNESCO),
datados de 1965, no es hasta el año 1972, en Estocolmo, durante la Conferencia
de la Naciones Unidas sobre el Medio Humano, cuando se reconoce oficialmente la
existencia de este concepto y de su importancia para cambiar el modelo de
desarrollo. Donde fue constituido el Programa de Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA), entidad coordinadora a escala internacional de las acciones a
favor de la protección del entorno, incluida la educación ambiental.
En
dicha conferencia, se crea el Programa Internacional de Educación Ambiental
(PIEA), el cual, según entendidos, se "pretendía aunar esfuerzos y
optimizar informaciones, recursos, materiales e investigaciones en materia de
educación ambiental para extender el conocimiento de las aportaciones teóricas
y prácticas que se iban produciendo en este campo de la ciencia".
A
partir de ese momento, se han realizado diferentes eventos sobre el particular,
que conforman lo que llamamos el debate ambiental, entre los que cabe destacar,
El Coloquio Internacional sobre la Educación relativa al Medio Ambiente
(Belgrado, 1975); La Conferencia Intergubernamental sobre Educación Ambiental, organizada por la UNESCO y
el PNUMA en Tbilisi, antigua URSS, 1977; El Congreso sobre Educación y
Formación Ambiental, Moscú, 1987; La Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio
Ambiente y Desarrollo, Río de Janeiro, 1992, la cual aportó importantes acuerdos
internacionales, y documentos de relevancia, tales como la Agenda 21, en la que
se dedica el capítulo 36, al fomento de la educación y a la reorientación de la
misma hacia el desarrollo sostenible, la capacitación, y la toma de conciencia;
paralelamente a la Cumbre de la Tierra se realizó el Foro Global Ciudadano de
Río 92, en el cual se aprobaron 33 tratados uno de los cuales lleva por título
Tratado de Educación Ambiental hacia Sociedades Sustentables y de
Responsabilidad Global; El Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental,
Guadalajara (México, 1992) y La Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible
(Río+10), realizada en el año 2002, en Johannesburgo, Sudáfrica.
Volviendo a 1992, donde tuvo lugar la Cumbre de la Tierra de Río
de Janeiro, donde en ella se ha puso de manifiesto las grandes diferencias
entre los países ricos y los pobres, entre el "Norte" y el
"Sur"; por ello, se vislumbran los desacuerdos en las diferentes
estrategias para la conservación del medio entre las grandes potencias y los
países menos favorecidos. Aun así, se logran ciertos resultados que se resumen
en:
a.
Redacción de La Carta de la Tierra: Documento en donde se declaran los principios aceptados por los
Estados participantes; se establecen los derechos y las obligaciones de todos
los países respecto al medio ambiente.
b.
Acuerdos jurídicos internacionales sobre el cambio climático y el efecto invernadero, la diversidad
biológica y los bosques.
c.
Redacción de La Agenda 21: Un segundo
documento en el que se incluye un plan de actuaciones concretas en donde se
habla de ejecución y financiación.
d.
Financiar un desarrollo ecológicamente racional, un tema de capital importancia para los países del Sur.
e.
Transferencia tecnológica del Norte al Sur.
f.
Refuerzo del papel y capacidad de actuación de las instituciones internacionales.
Los Estados Unidos de América no firmaron en aquel momento los
acuerdos sobre el cambio climático y la biodiversidad; un año más tarde, el 4
de junio de 1993 la nueva administración de los EEUU de América ratifica con su
firma estos acuerdos. El balance total un año después fue bastante pobre en un
ambiente de parálisis afectado por la crisis económica.
La Educación ambiental a través de la
historia
La educación a través de la historia,
en especial en épocas de crisis, se concibe como un medio excelente para lograr
el perfeccionamiento humano. Mediante la educación se busca la formación de
seres activos en la solución de los problemas, se demandan cambios de
pensamiento y de conducta, se intenta formar hombres y mujeres diferentes.
En
la época actual, la educación también representa una alternativa ante la
realidad ambiental, porque se considera que si no se educa oportunamente a la población acerca del peligro que
representa continuar deteriorando el ambiente, en poco tiempo estaremos
enfrentando situaciones más dolorosas que pongan en riesgo la preservación de
múltiples formas de vida, entre ellas, la humana. La educación se concibe así,
como una opción que contribuye a la superación de las crisis; sin embargo, la
educación ha olvidado poner el acento en la importancia de armonizar la
relación de nuestras sociedades con la naturaleza.
La educación tradicional olvidó crear y
valorizar los componentes de responsabilidad con la problemática ambiental;
siguió esquemas fragmentarios de la realidad; promovió la división entre las
ciencias sociales y las naturales y desvinculó la relación entre las
estructuras productivas y la destrucción del medio. A través de la educación se
han reforzado valores de carácter mercantil, utilitario y competitivo, tales
como el éxito material, el consumismo, el individualismo, el lucro y la
sobrexplotación de los recursos naturales y el hombre, valores todos ellos más
eficientes en sistemas deteriorantes del medio.
La parcialización de la realidad
favoreció respuestas aisladas, escasas, poco procesadas y dificultó el camino
para llegar a la esencia de las cosas para transformarlas hacia relaciones más
armónicas con el entorno.
Para enfrentar la crisis ambiental, se
necesita, por tanto, una nueva educación. Se considera que no habrá soluciones
reales mientras no se dé una transformación de la educación en todos sus
niveles y modalidades y no haya un cambio en el paradigma educativo.
Crisis ambiental
La crisis ambiental, entendida como crisis de
civilización, no podría encontrar una solución por la vía de la racionalidad
teórica e instrumental que construye y destruye al mundo. Aprehender la
complejidad ambiental implica un proceso de desconstrucción y reconstrucción del
pensamiento; remite a sus orígenes, a la comprensión de sus causas, a ver los
"errores" de la historia que arraigaron en certidumbres sobre el
mundo con falsos fundamentos; a descubrir y reavivar el ser de la complejidad
que quedó en el "olvido" con la escisión entre el ser y el ente
(Platón), del sujeto y el objeto (Descartes), para aprehender al mundo
cosificándolo, objetivándolo, homogeneizándolo.
Esta racionalidad dominante descubre la complejidad desde sus límites,
desde su negatividad, desde la alienación y la incertidumbre de un mundo
economizado, arrastrado por un proceso incontrolable e insustentable de
producción.
El desarrollo económico sufrido por la Humanidad durante las
últimas décadas, a costa en gran medida de un uso desmedido de los recursos
naturales (petróleo, bosques, pesca, etc.) nos está
conduciendo a una situación de emergencia (y seguramente de no retorno) que ha
venido en denominarse como “crisis ambiental”. Para intentar superarla se han
planteado diversas soluciones globales, tales
como:
§
¿La reintegración ecológica
del ser humano? (volver a considerarnos parte integrante del ecosistema tierra y comportarnos como tales miembros,
no como meros explotadores de sus recursos).
§
¿La priorización política
de lo ambiental? (concederle la importancia que merece más allá de simples
eslóganes y discursos demagógicos).
§
¿El desarrollo de
tecnología que “anule” los problemas ambientales? (pensar que los problemas ambientales actuales o futuros siempre
encontrarán remedio tecnológico que los
subsane).
§
¿El aporte de recursos
económicos? (todo puede resolverse inyectando recursos económicos).
Según Leff (2000), “la hermeneútica
ambiental no es una exégesis de textos en búsqueda de los precursores del saber
ambiental, sino una mirada situada desde la complejidad ambiental- entendida
como expresión de la crisis de civilización-, desde donde se desentrañan los
orígenes y las causas de esa crisis, y desde donde se proyecta un pensamiento
(de la complejidad) para la reconstrucción del mundo. La hermeneútica abre los
sentidos bloqueados por el hermetismo de la razón"
Desde esa crítica radical de las
causas de la crisis ambiental en las formas de conocimiento del mundo, se
proyecta un futuro abierto, a partir de la diferenciación de los sentidos del
discurso ambientalista. Esta reconstrucción social se funda en un nuevo saber,
a partir de la pregunta por los orígenes de esta racionalidad en crisis, por el
conocimiento del mundo que ha sustentado la construcción de un mundo
insustentable.
"La crisis ambiental
problematiza el pensamiento metafísico y la racionalidad científica, abriendo
nuevas vías de transformación del conocimiento a través del diálogo e
hibridación de saberes. En el saber
ambiental fluye la savia epistémica que reconstituye las formas del ser y del
pensar para aprehender la complejidad ambiental" Leff (2000).
Además, Leff (2000), señala que "la
problemática ambiental, más que una crisis ecológica, es un cuestionamiento del
pensamiento y del entendimiento, de la ontología y de la epistemología con las
que la civilización occidental ha comprendido el ser, los entes y las cosas; de
la ciencia y la razón tecnológica con las que ha sido dominada la naturaleza y
economizado el mundo moderno".
En este sentido, la solución de la
crisis ambiental, crisis global y planetaria, no podrá darse sólo por la vía de
una gestión racional de la naturaleza y del riesgo del cambio global. La crisis ambiental nos lleva a interrogar al
conocimiento del mundo, a cuestionar ese proyecto que anuncia un futuro común,
negando el límite, el tiempo, la historia; la diferencia, la diversidad, la otredad.
La crisis ambiental es un cuestionamiento sobre la naturaleza de la
naturaleza y el ser en el mundo, desde la flecha del tiempo y la entropía como
leyes de la materia y la vida, desde la muerte como ley límite en la cultura
que constituyen el orden simbólico, del poder y del saber.
La crisis ambiental es el resultado
del desconocimiento de la ley (entropía), que ha desencadenado en el imaginario
economicista una "manía de crecimiento", de una producción sin
límites. La crisis ambiental anuncia el
límite de tal proyecto. Pero justamente por ello, su solución no podría basarse
en el refinamiento del proyecto científico y epistemológico que han fundado el
desastre ecológico, la alienación del hombre y el desconocimiento del
mundo. De allí emerge un proyecto de
desconstrucción de la lógica unitaria, de la búsqueda de la verdad absoluta,
del pensamiento unidimensional, de la ciencia objetiva; del crecimiento del
conocimiento, del control creciente del mundo, del dominio de la naturaleza y
de la gestión racional del ambiente. La
complejidad ambiental es una nueva comprensión del mundo, incorporando el
límite del conocimiento y la incompletitud del ser. Implica saber que la incertidumbre, el caos y
el riesgo son al mismo tiempo efecto de la aplicación del conocimiento que
pretendía anularlos, y condición intrínseca del ser y el saber.
La complejidad ambiental abre una
nueva reflexión sobre la naturaleza del ser, del saber y del conocer: sobre la
hibridación de conocimientos en la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad;
sobre el diálogo de saberes y la inserción de la subjetividad, los valores y
los intereses en la toma de decisiones y en las estrategias de apropiación de
la naturaleza. Pero también cuestiona
las formas en que los valores permean el conocimiento del mundo, abriendo un
espacio para el encuentro entre lo racional y lo moral, entre la racionalidad
formal y la racionalidad sustantiva.
En este sentido, aprender a aprender la complejidad
ambiental implica una revolución del pensamiento, un cambio de mentalidad, una
transformación del conocimiento y las prácticas educativas, para construir un
nuevo saber y una nueva racionalidad que orienten la construcción de un mundo
de sustentabilidad, de equidad, de democracia.
Es un re-conocimiento del mundo que habitamos.
La revolución industrial como base de la crisis
ambiental
La Revolución Industrial, que plasmó la nueva concepción del mundo
a través de instrumentos concretos como fueron las nuevas invenciones
tecnológicas: el motor a vapor, los telares mecánicos, el telégrafo, los
ferrocarriles, etc. Ellos harán posible el paradigma de la sociedad industrial:
obtener más de la naturaleza y en el menor tiempo posible. Esta Revolución se
desarrolló con gran fuerza en el siglo XVIII en Inglaterra, luego se extiende a
Europa y se impone en las colonias europeas de Asia y África, que son
organizadas según la localización de sus recursos estratégicos. A partir de
ahora, el relato se acelera como una película pasada en cámara rápida y el
cambio será la única constante.
Nuestro estilo de vida y percepciones se irán transformando y el
medio ambiente también se modificará profundamente. Varias son las características
de estos cambios:
§ El proceso de urbanización se acentuó porque las incipientes
industrias crearon numerosos puestos de trabajo que atrajeron la gente del
campo hacia las ciudades.
§ Empezamos a utilizar en forma intensiva la energía, sin la cual
esta Revolución hubiese sido imposible. Inglaterra, precursora de la
industrialización había repetido la vieja historia de talar sus bosques (que se
habían recuperado del ataque romano siglos antes) para sostener algunas
actividades que eran voraces consumidoras de madera como la fundición de
hierro, la fabricación de vidrio, la construcción de edificios y la
construcción de su poderosa flota. Para muestra basta un botón: un barco de
guerra, que debía llevar pesados cañones, requería alrededor de 2 mil robles centenarios
(los jóvenes no servían), o sea un mínimo de 25 hectáreas de bosque. En ciertas
regiones, hasta hubo revueltas populares pues la madera llegó a ser tan escasa
que no alcanzaba para calentarse en los inclementes inviernos y los más pobres
morían de frío. ¿De dónde provino entonces la energía que alimentó la
industrialización?. De un descubrimiento que permitió reemplazar el carbón
vegetal (obtenido de los bosques) por el extraído de las abundantes minas que
poseía el país. Abraham Darby y su hijo pudieron purificar este carbón, hasta
ese momento inutilizable en la industria del hierro por su alto contenido en
impurezas, obteniendo el coque. Tal fue el éxito, que desde su descubrimiento a
mediados del siglo XVIII hasta fines del mismo siglo, la producción de carbón
se triplicó y permitió obtener hierro para fabricar una enorme variedad de
elementos: desde ferrocarriles y barcos, pasando por clavos, hasta las máquinas
de vapor. Estas últimas, verdaderas estrellas de la industrialización, eran
alimentadas con carbón y empezaron a sustituir las viejas fuentes de energía
como la hidráulica, la animal y la humana. La cantidad de bienes generados
crecía a la par que los costos se reducían, aumentando notablemente la
productividad, como ocurrió con las manufacturas textiles, un verdadero “boom”.
§ La naturaleza pasó a convertirse en el gran sumidero de los
desechos de la humanidad. La contaminación derivada del uso de combustibles
fósiles, de los desechos industriales y de la falta de servicios en las
ciudades en rápido crecimiento, se convirtió en la compañera inseparable del
mundo industrializado, poniendo en riesgo la vida en general.
§ La curva de crecimiento de nuestra especie pega un respingo:
empezamos a reproducirnos a una velocidad nunca antes vista, pues la paulatina
mejora en los estándares de vida y los descubrimientos científicos redujeron
las tasas de mortalidad. Esto aumentó la demanda de bienes y servicios, ergo,
aumentaron las presiones sobre el medio ambiente para obtenerlos y también la
contaminación derivada de su fabricación y uso.
§ Se produjo la división internacional del trabajo y, de acuerdo a
ésta, a cada ecosistema del mundo se lo “reacomodó” para orientarlo a la
producción de determinados elementos necesarios para el mercado internacional.
El nuevo orden mundial establecía: este país producirá café, aquél carnes y el
de más allá minerales. Obviamente Argentina adquirió el rol de exportador de
productos agrícolas y el mote de “granero del mundo”. La súper especialización
estaba en marcha, siendo reemplazados la variedad de cultivos o los bosques por
monocultivos intensivos, ganadería o explotaciones mineras, que con el correr
del tiempo traerán la degradación del suelo.
La crisis ambiental actual es el resultado
tangible de la aplicación de un modelo de desarrollo hegemónico imperante que
se caracteriza por ser intrínsecamente insustentable. Por tanto cada día es más
urgente construir nuevas alternativas que a la vez de ir sustituyendo el modelo
actual generen "estilos de desarrollo" realmente sustentables y
capaces de mejorar en forma duradera la calidad de vida de las comunidades
involucradas. En esta gran tarea o desafío, no hay "recetas", tiene
que construirse desde abajo, con la gente y sobre nuevos valores o criterios.
En definitiva desde nuevos paradigmas que hagan posible esa búsqueda permanente
de perfeccionamiento y de utopía, "verdadero motor del devenir
humano".
Se debe romper con el viejo esquema dualista que
separa la sociedad y la naturaleza, cuando se trata de una única realidad. Lo
anterior nos debe conducir nuevamente hacia un enfoque monista, donde el
mejoramiento del todo, esa "unidad en la diversidad" se construya en
base a : ayuda mutua, solidaridad, armonía, justicia, etc.
Toda "crisis" puede ser leída como una
alerta frente a un peligro que nos puede afectar muy seriamente o bien leída
como un alerta de peligro que nos brinda la oportunidad de actuar para
modificar la situación y revertir el peligro en beneficios para nuestra
comunidad social.