sábado, 18 de junio de 2016

EDUCACIÓN Y LA NO FORMAL


Hemos hecho un diagnóstico de la situación, seguido de unas consideraciones generales que nos permiten ir vislumbrando en qué problemas y con qué criterios podemos centrar nuestra acción educativo-ambiental. Pero es bien cierto que ésta no puede quedarse en una simple denuncia o análisis de las situaciones de desequilibrio que padece el planeta, ni siquiera en el enunciado de nuevos planteamientos que orienten sobre las transformaciones necesarias para “virar” nuestra trayectoria sobre él. 

Se requiere algo más: propuestas de tipo alternativo que nos permitan no sólo vislumbrar, sino ensayar y “tocar” nuevos comportamientos y formas de vida más acordes con el equilibrio ecológico y la solidaridad inter e intrageneracional.

Desde esta perspectiva, algunas formulaciones pueden orientar nuestra tarea educativa:

§  Armonía entre los seres humanos y entre éstos con otras formas de vida. Pareciera que ambos planteamientos difieren y, sin embargo, en la práctica no sólo son complementarios sino que se requieren el uno al otro para su realización. En efecto, no es posible la solidaridad con la naturaleza, con el resto del mundo vivo, si de un modo coincidente los seres humanos no nos planteamos de forma radical y profunda la solidaridad intraespecífica.

El problema es, seguramente, por dónde empezar, y cómo plantear esta visión alternativa (la de dos tipos de armonía que se suponen y realimentan) desde la E.A. En este punto conviene decir que, como siempre, los caminos son abiertos y las posibilidades diversas. Seguramente para algunos grupos de corte conservacionista, será más fácil comenzar por la práctica de la “fusión” del ser humano con la naturaleza para, desde ahí, intentar favorecer esa misma fusión con sus coetáneos. 

Para otros grupos, que trabajan más centrados en el campo del desarrollo, el camino puede ser inverso. Pero lo esencial es que unos y otros han de establecer puntos de convergencia que permitan que la E.A., en su conjunto, aparezca como un movimiento integrador que plantee como alternativa la de un mundo de solidaridad intra e inter específica.

§  Profundización en la idea de “calidad de vida”, abandonando definitivamente su falsa identificación con el “nivel de vida” que, medido a través de indicadores cuantitativos, no alcanza a dar cuenta de toda la riqueza y matices que serían necesarios. Calidad de vida entendida desde la perspectiva de “ser más” y no desde la de “tener más”, orientada fundamentalmente a la recuperación de los valores esenciales para la felicidad humana (armonía y equilibrio en el uso del entorno, en las relaciones con los otros, en el desempeño de las propias tareas, en la organización de los núcleos familiares, sociales, etc.).

§  Mayor conciencia en la conducta personal y social sobre el uso de los recursos, replanteando, desde el Norte, el concepto de “necesidades” (que frecuentemente se identifica con lujos innecesarios) y ayudando a las comunidades del Sur a definir sus necesidades no por la imitación de los patrones consumistas del Norte, sino de acuerdo a nuevos esquemas interpretativos en los que definitivamente se abandone el hedonismo consumista y se rescaten los viejos y permanentes valores de la comunicación, la creatividad, la vivencia del entorno natural, etc., como elementos sustantivos de la felicidad humana. 

   Bien entendido que para adoptar estos valores se requiere tener satisfechas las necesidades básicas esenciales (alimento, vivienda, educación, trabajo, etc.), pero que en su mera satisfacción no deben considerarse cubiertos los requerimientos de una verdadera calidad de vida, aunque a veces las sociedades consumistas del Norte parecieran convencernos de ello.

En sí, la Educación Ambiental No Formal, dentro del sistema, cumple un papel complementario esencial a la Educación Ambiental Formal, en la prevención, defensa y mejoramiento del ambiente, dirigido tanto a una población escolarizada como no escolarizada involucradas en actividades de desarrollo social, académico, político y cultural de la colectividad. La Educación Ambiental No Formal se determina en consecuencia por la realidad de vida de la gente y por su participación por mejores condiciones y calidad de vida.


Finalmente, la Educación Ambiental no Formal, por sus propias características, es la transmisión, sea planificada o no, de conocimientos, aptitudes y valores ambientales, fuera del Sistema Educativo institucional, que conlleve la adopción de actitudes positivas hacia el medio natural y social, que se traduzcan en acciones de cuidado y respeto por la diversidad biológica y cultural, y que fomenten la solidaridad intra e intergubernamental.

viernes, 17 de junio de 2016

EJES QUE VERTEBRAN LA E.A. NO FORMAL


 Diagnóstico de la situación

Por lo que se refiere a la definición de la crisis ambiental contemporánea y sus características, podemos encontrar en el movimiento de E.A. algunos planteamientos básicos que permiten interpretar esta problemática en toda su profundidad y complejidad. Ellos pueden funcionar, a nuestro juicio, como ejes orientadores para el diagnóstico de la situación que han de abordar los colectivos de E.A. no formal. Son los siguientes:

§  La idea de responsabilidad global. Hoy se comprende claramente que lo que sucede en cualquier parte del planeta repercute en el resto, y que, por tanto, las acciones y las necesidades de personas o grupos en un área específica han de ser contempladas dentro del panorama de conjunto, desde una óptica de responsabilidad colectiva en la que nada ni nadie puede quedar ajena a los problemas.

§  Diferenciación entre crecimiento y desarrollo, considerando que el primero, orientado simplemente por indicadores cuantitativos (P.N.B., renta per cápita, etc.), no puede dar cuenta de la complejidad que supone el verdadero desarrollo, para el cual se requieren, además, indicadores cualitativos que expresen la felicidad de las gentes, su protagonismo social, su calidad de vida en términos ambientales, etc.

§  La búsqueda de sociedades socialmente justas y ecológicamente equilibradas. Estos dos principios, que están en la base del desarrollo sostenible, son pilares básicos de una E.A. atenta a los problemas del medio social, en sus relaciones con el medio natural.

§  Crítica al modelo de civilización dominante, basado en la superproducción y superconsumo para unos pocos y la escasez para la mayoría. Desde esta perspectiva, la E.A. representa la potenciación de los elementos críticos y constructivos que deben estar presentes en toda acción educativa. Se trata de ayudar a niños y jóvenes a comprender que el modelo de civilización en que estamos inscritos requiere de cambios profundos, orientados por nuevas políticas de moderación en el Norte para que los países del Sur puedan cubrir sus necesidades básicas. 
   
    En definitiva, una verdadera transformación cualitativa de las prioridades que orientan las políticas de mercado y los intercambios internacionales.

§  Valoración del protagonismo de las comunidades en la definición de su propio modelo de desarrollo, reconociendo que el desarrollo sostenible es “endógeno”, es decir, autocentrado en los propios grupos humanos que se desarrollan, y que son éstos los que han de intervenir con mayor protagonismo en el planteamiento de sus necesidades, la definición de sus objetivos, y el establecimiento de controles culturales que permitan conciliar los programas de desarrollo con la idiosincrasia de cada comunidad.

Consideraciones generales

Ante el diagnóstico planteado, la E.A. se nos aparece como un movimiento que, dotado de potentes criterios inspiradores y abocado a una práctica coherente con ellos, se mueve en torno a algunos principios básicos:

§  La idea de equidad, que viene a ser diferente de la de simple “justicia”, matizándola y complejizándola. La equidad se basa en el principio de que “no existe mayor injusticia que tratar como iguales a los desiguales”. Desde ese planteamiento, personas y grupos desfavorecidos han de ser beneficiados con políticas estimuladoras, que les otorguen prioridad para la satisfacción de sus necesidades. Ello requerirá, sin duda, que algunos sectores y áreas del planeta tengan que dejar de crecer para que otros puedan crecer a mayor velocidad y con mayor calidad.

§  Transformaciones humanas y sociales. La idea de “transformación” va más allá de los simples correctivos a sistemas que están necesitados de cambios profundos (no simples ajustes estructurales) para resolver sus graves desequilibrios. El sistema mundial, en su conjunto, requiere, desde esta óptica, una orientación transformadora hacia un nuevo paradigma interpretativo de las relaciones humanidad-naturaleza y de las relaciones entre los grupos humanos económicamente favorecidos (escasamente 1/5 de las gentes que pueblan el planeta, 1.200 millones de personas) y los 4/5 restantes, 4.500 millones de seres humanos que viven marcados por la escasez y la inseguridad, cuando no en los márgenes de la supervivencia (como los 1.000 millones de personas más pobres de la tierra).

§  El valor de la interdependencia. Entender que el planeta es un sistema cerrado que, si bien recibe energía del exterior no intercambia materia, nos lleva a considerarlo como un ámbito de interdependencias en el que todo lo que sucede en una parte repercute en la totalidad del sistema (los residuos que arrojamos, la contaminación, la pobreza, etc.). Desde esta perspectiva, la E.A. enfatiza esta idea de interdependencia como elemento clave para la comprensión de la dinámica de la biosfera, que nos conduce al compromiso de actuar consecuentemente, sabiendo que “todo lo que arrojamos en el planeta va a parar a alguna parte de ese mismo planeta”.

§  El valor de la diversidad, no sólo en el plano biológico, sino reconociendo también la diversidad cultural como un elemento esencial de la “biodiversidad”. Desde esta perspectiva, la pérdida de diversidad que están sufriendo nuestros ecosistemas, con un alarmante ritmo de extinción de especies animales y vegetales y el arrasamiento de muchas culturas, debería ser objeto de programas educativo-ambientales que ayudasen a las personas a comprender cómo esa diversidad tiene un valor intrínseco (es parte de la vida sobre la tierra) y se relaciona directamente con la estabilidad de los sistemas y sus posibilidades de mantenimiento en condiciones de equilibrio a lo largo de la historia.


§  La Educación como un derecho de todos los seres humanos. Y no sólo la Educación en general, sino una Educación ambientalmente informada, que contribuya al esclarecimiento de la crisis desde la búsqueda de sus causas profundas (de orden ético, económico, científico, etc.) y a la identificación de los modelos de actuación sobre los recursos que han venido y vienen creando las actitudes depredadoras de una parte de la humanidad sobre la otra y de los seres humanos, en su conjunto, sobre el resto de la biosfera.

jueves, 16 de junio de 2016

DOS SISTEMAS COMPLEMENTARIOS: E.A NO FORMAS Y NO FORMAL

Todos los habitantes tienen derecho a la educación ambiental, al acceso a la información ambiental, y a la utilización de instrumentos de participación ciudadana que posibiliten el mejoramiento de sus condiciones de vida, lo que involucra al público en general, promoviendo la educación ambiental en todos los niveles de la enseñanza.

A las instituciones educativas, integrando la educación ambiental a los programas educacionales que desarrollan; a los organismos institucionales con competencia en el área ambiental a nivel nacional, regional, provincial y municipal; a los medios de comunicación masiva, colaborando activamente en la difusión de informaciones y prácticas educativas sobre el ambiente e incorporando la dimensión ambiental en sus programaciones.

 A las empresas e instituciones públicas y privadas, incluyendo las organizaciones de la sociedad civil, promoviendo programas destinados a la capacitación de los trabajadores y vecinos, con el objetivo de desarrollar un efectivo monitoreo de las consecuencias que genera el proceso productivo sobre el ambiente; y a la sociedad en su conjunto, en la formación de una conciencia ambiental tendiente a la formación de valores y actitudes que tanto individual como colectivamente permitan la prevención, identificación y solución de problemas ambientales.

Ante lo indicado, las Autoridades deben de impulsar los contenidos de Educación Ambiental en el Sistema No Formal  apoyando y estimulando el movimiento asociativo, los procesos de democracia y fomentando el voluntariado, a fin de implementar los contenidos curriculares adecuadamente.

Aproximarse a un planteamiento que integre y relacione la Educación Ambiental desarrollada en ámbitos escolares (Educación formal) con aquella otra que vienen desarrollando las organizaciones no gubernamentales, grupos ecologistas, ayuntamientos y comunidades autónomas, etc., (Educación no formal) creemos que requiere, como premisa previa, un estudio evolutivo que dé cuenta de las raíces de este movimiento educativo y de su progresiva configuración como vía formativa de primer orden, atenta a un problema gravemente preocupante como es el deterioro de nuestro medio ambiente.

En la actualidad el campo de la Educación No formal, se caracteriza por su amplitud y heterogeneidad y las funciones que abarca van desde numerosos aspectos de la educación permanente (alfabetización de adultos, programas de expansión cultural, etc.), a tareas de complementación de la escuela; desde propias de la pedagogía del ocio, a otras que están relacionada con la formación profesional. 

Asimismo atiende a aspecto de la formación política, cívica y social; ambiental y ecológica; física; sanitaria; etc. Ander-Egg, citado por el PNUMA (2003), destaca tres elementos diferentes en la educación de adultos:

1.  Educación compensatoria: alfabetización de adultos y alfabetización funcional (la primera se limita a la adquisición de conocimientos de lectura, escritura y cálculo mientras que la segunda avanza un poco más).
2.  Educación transitoria: orientación profesional, especialización en un determinado campo de actividades, perfeccionamiento, reciclaje profesional.

3. Educación complementaria: acceso a bienes y objetos culturales, y aprendizaje y adquisición de conocimientos.

miércoles, 15 de junio de 2016

USO DE LOS MEDIO DE COMUNICACIÓN EN LA E.A. NO FORMAL


Al reconocer que la radio y la televisión son probablemente los medios más eficaces para influir sobre la opinión pública, se propone que ellos puedan ser utilizados con mayor eficacia en la EA no formal:

1. Presentando programas regulares, por ejemplo, diarios, donde se presenten los temas ambientales de modo interesante y vivido. Por ejemplo, una emisión diaria de cinco minutos cada mañana puede informar a los agricultores de cosas tales como el pronóstico del tiempo, los precios de los productos, nuevas técnicas en el tratamiento de fertilizantes, fechas óptimas de plantación, etc. También puede incorporarse el interés ambiental en programas diseñados más claramente como entretenimiento. 

    Es bien sabido que los programas que se presenten con regulari­dad en radio o televisión, en los cuales la audiencia pueda identificarse con las personas y las situaciones, pueden llegar a ser muy populares y lograr enormes audiencias. En tales programas podría entretejerse temas ambientales en los argumentos para lograr el máximo efecto. Por ejemplo, una serie basada en la vida cotidiana de una familia podría incorporar en forma natural temas tales como la salud pública o la planificación familiar.

2. Asegurando que se maximice el potencial educacional de los documentales y otros programas especializados. En muchos países los programas de televisión dedicados a la historia natural son muy populares, pero a menudo los productores no se dan cuenta de la contribución que la EA podría hacer a la calidad de esos programas. 

    Por ejemplo, en muchos programas el énfasis esta puesto en las fotografías espectaculares y poco comunes, que obviamente mucha gente encuentra fascinantes y entretenidas. Pero un examen de problemas ambientales tales como las enfermedades transmitidas por el agua, el control de pestes o la decadencia urbana puede ser igualmente fascinante y de relevancia inmediata para la audiencia, al mismo tiempo que aproveche las características específicas y motivadoras del medio.

3.  Asegurándose de que los programas noticiosos regulares tanto en la televisión como en la radio, nacional y local, informen a la gente sobre temas y problemas ambientales de actualidad. Esto no debería limitarse a informar sobre grandes desastres ambientales sino debería recordar constantemente al público que degradación ambiental, en todas sus manifestaciones, es un problema constante y apremiante para la mayoría de las sociedades.

4. Incorporando la perspectiva ambiental a los programas educacionales existentes. En muchos países existen sofisticados programas educacionales tanto a niveles formales como informales. Tales sistemas podrían ser vehículos para una amplia educación permanente y debería ser posible utilizarlos para llevar los temas ambientales de actualidad a conocimientos del público general.

5.  Orientando hacia temas ambientales aquellos programas que se apoyan en la participación de la audiencia. Ha habido una tendencia creciente, particularmente en los países desarrollados, para incorporar los puntos de vista de la audiencia en los programas de discusión. Esto puede tomar la forma de un enlace telefónico directo entre auditores seleccionados y el presentador, o de una encuesta de opi­nión que se obtiene a través de las llamadas que llegan a una mesa central. 

  En ciertas ocasiones, el tema en discusión tendrá base ambiental, pero hay una gran oportunidad de utilizar este formato de programa con mayor eficacia en el examen de cuestiones ambientales, particularmente al nivel local.

6.  Asegurándose de que los productores de programas de radio y televisión tengan conciencia y cierta comprensión de los problemas ambientales que enfrentan sus sociedades locales y de que se informen sobre el papel que puede jugar la EA en la resolución de esos problemas. No sería realista proponer que todos los productores sigan un curso de estudios ambientales en servicio, pero es deseable que por lo menos haya una persona en la organización local o nacional de radio o televisión que tenga formación en EA. La tarea de esa persona sería examinar, con los productores de programas, de que modo podría incorporarse la preocupación ambiental en los programas existentes y cómo puede ampliarse esto mediante nuevas estrategias de programación.

El enfoque multimedios

El uso existente de televisión, video y radio, y su uso adicional en la forma que se ha sugerido, señalan el gran potencial que estos medios tienen en la promoción de la educación ambiental no formal. En todos los casos, sin embargo, el impacto de los programas de radio y televisión debe consolidarse y ampliarse mediante el uso de materiales escritos adecuados. De este modo, las ayudas a la educación como los afi­ches, los papelógrafos, las guías de terreno, los manuales de instrucción, etc., tienen gran importancia en todas las formas de educación no formal.


Tal enfoque multimedios se ha demostrado de máxima eficacia en la disemina­ción de conocimiento, actitudes y habilidades para el público en general. Un elemento esencial de su producción es la necesidad de pruebas piloto, y esto debería ser consi­derado como parte integral de su proceso de producción y de utilización. 

Si bien esto se acepta normalmente, el tiempo y los recursos que se destinan a las pruebas piloto de los materiales con mucha frecuencia son subestimados. Los materiales didácticos, sin embargo, independientemente de lo bien que hayan sido producidos, no pueden reemplazar a los beneficios del contacto interpersonal. La gente, en general, necesita la ayuda, la orientación y el estímulo que provienen de rela­cionarse con un profesor o un extensionista, y esto es especialmente cierto para el sector no formal de la educación.

martes, 14 de junio de 2016

12 TIPS PARA HACER UN PERIODISMO AMBIENTE

 Tenemos  los 12 tips:

a.     Escriba historias originales

§  No piense solo en términos de desastres   ambientales
§  Lea artículos sobre temas ambientales para  generar nuevas ideas y temas.
§  Observe a su alrededor y preste atención a las preocupaciones de la gente común.
§  Los comunicados de prensa a veces ayudan a ubicar un tema y son el punto de partida de una historia diferente

b. Cultive y mantenga buenas fuentes

§  Construya su propia lista de fuentes.
§  Pida a sus fuentes que le recomienden otras personas como fuentes.
§  Evalué periódicamente la veracidad, confiabilidad y honestidad de sus fuentes.
§  Sea honesto y transparente con sus fuentes para que las conserve.

c. Prepárese con antelación

§  Prepare algunas preguntas básicas.
§  Busque antecedentes del tema que quiere desarrollar.
§  Asista a cursos, talleres.
§  Recurra a internet u a otras fuentes que tenga disponibles.
§  La clave es: haga la tarea previa.
§  No tema pedir a su fuente material de referencia para leer más al respecto.

d.       Busque el lado humano de la noticia

§  Los seres humanos queremos saber de los seres humanos. Aprovechemos esto para abrir espacios en los medios de comunicación.
§  Humanice su historia: los hechos relacionados con el medio ambiente   tienen en la vida cotidiana de la gente, busque este ángulo y ganará más lectores.

e.     Traduzca la jerga de los especialistas

§  Convierta los conceptos técnicos en lenguaje claro y conciso
§  Haga las siguientes preguntas al terminar su artículo:
  ¿Estoy usando jerga?
  ¿Traduje la jerga y términos científicos con exactitud?
  ¿Comprenderán mis lectores, televidentes o radioescuchas este concepto?
§  Si tiene dificultades con los términos técnicos ponga en práctica lo siguiente:
  Pida una nueva explicación a su fuente.
 Trate de explicar con sus propias palabras el concepto para que la fuente verifique la precisión de su comprensión.
 Si es muy complicado, ponga a trabajar a su fuente y pregunte: ¿cómo le explicaría usted esto al lector?

f. Haga que la historia vibre y sea relevante

§  Antes de comenzar a escribir pregúntese:
 ¿Por qué le importará esto a la gente?
§  Dele un contexto a su información.
§  Piense en alguien cercano al escribir y pregúntese si esa persona común y corriente entenderá lo que usted está queriendo decir.
§  Una entrada descriptiva interesante ayuda a asegurar que el lector continuará.

g.         Sea cauteloso con las estadísticas

§  Cuando use cifras piense en términos de analogías.  Por ejemplo, para describir una zona deforestada considere decir que la zona es del tamaño de una ciudad de su país o muy conocida.
§  Las estadísticas son más comprensibles cuando uno dice por ejemplo “una de cada cinco personas” y no el 20%.
§  Sea cauteloso con el uso de las cifras.

h.     Busque el equilibrio

§  Aunque no pueda ser totalmente objetivo, sea justo y responsable.
§  El periodista ambiental no debe convertirse en un activista ambiental. Su ámbito de acción es otro.
§  Los periodistas deben buscar no solo opiniones, sino también evidencias.
§  Generalmente lo datos concretos hablan por sí mismos.

h.       No olvide las notas de seguimiento

§  Dele seguimiento a las historias importantes para que el público se mantenga al tanto de los acontecimientos más recientes.
§  Mantenga un calendario con fechas claves que han dados sus fuentes para verificar qué cambios hay.
§  Formule preguntas como: ¿qué está haciendo el gobierno en este tema, qué muestran los descubrimientos científicos más recientes?

i.         Otros

§  Busque el ángulo ambiental en otras notas especializadas.
§  Busque la conexión entre una historia y otra, así  podrá generar nuevos temas.
§  Sea creativo: pregúntese “hacia dónde va este tema” y siga adelante en la búsqueda de respuestas e informaciones novedosas.
§ No se limite a acontecimientos más recientes, indague sobre la duración y consecuencias de la noticia que está cubriendo y de seguro tendrá más material.


Finalmente, el periodismo ambiental no puede seguir siendo visto como puramente relacionado con los recursos naturales. Es una cuestión social. La interrelación entre la  población, desarrollo y el uso de los recursos naturales demanda un análisis y un enfoque más profundo.

lunes, 13 de junio de 2016

PERIODISMO Y LA EDUCACIÓN AMBIENTAL


 No es suficiente que, el periodismo en el terreno del medio ambiente, simplemente sólo deba denunciar. Es preciso hacer un periodismo formativo e informativo, ofrecer al ciudadano material para su conciencia, pero sobre todo para sus acciones cotidianas. Quizás lo más preocupante en el tratamiento de la información ambiental sea la atención desmesurada a los sucesos y el olvido sistemático de los procesos, y esto es algo común a prensa, radio y televisión. 

Dicho de otra manera, ha sido frecuente, y todavía lo es, una clara tendencia a la superficialidad a la hora de tratar informaciones de tipo ambiental. Es habitual que en estos casos se ponga el acento en cuestiones subalternas de la información, con descuido de los elementos principales. 

Básicamente, esta intrascendencia se manifiesta en ignorar las conexiones y efectos que determinados problemas ambientales tienen sobre el medio humano, quedando reducidos a conflictos más o menos coyunturales y, a veces, hasta anecdóticos. Este tipo de información superficial, si bien puede impactar en el receptor, no favorece en él la formación de actitudes positivas hacia el medio ambiente, no lo implica en los problemas ambientales y, por consiguiente, no lo motiva para que participe activamente en su resolución.
El catastrofismo o el sensacionalismo es otra de las fórmulas con las que el tratamiento de las noticias ambientales suele adornarse. En algunas ocasiones, cuando desde un medio de comunicación se nos habla del problema de la disminución de la capa de ozono, se nos ofrecen las últimas y alarmantes mediciones sobre el cielo antártico, y a continuación se detallan los catastróficos efectos que sobre la vida en la Tierra tiene el fenómeno.
Estoy seguro que la lectura que este tipo de información tiene en muchos receptores es la siguiente: estamos sometidos a un poder exterior a nosotros mismos, casi sobrenatural, sobre el cual no podemos ejercer ningún control, por lo tanto solo cabe asombrarnos o angustiarnos pero en ningún caso actuar, porque ¿qué podemos hacer nosotros?
Igualmente, los medios informativos tienden a tratar aspectos muy generales de los problemas ambientales, o cuestiones que se desarrollan lejos del entorno próximo del receptor, con lo que es difícil que este identifique como "medio ambiente" todo aquello que le rodea de forma cotidiana. Estoy seguro que, de llevarse a cabo una encuesta, la mayor parte de los ciudadanos estarían familiarizados con el problema del agujero de ozono o la deforestación del Amazonas, pero pocos sabrían precisar de qué forma se gestionan las basuras en su ciudad y que problemas están generando estos residuos urbanos.

Afortunada, o desgraciadamente, la mayor parte de los problemas ambientales se manifiestan de forma universal, bien por estar presentes en numerosos territorios (desertización, contaminación), bien por sus repercusiones a escala planetaria (deforestación amazónica, efecto invernadero) o porque en su solución cabe la participación de todos (agujero de ozono). Es decir, la naturaleza no está en peligro a miles de kilómetros de nuestro hogar, y si geográficamente se nos presenta a veces así, en su solución no caben fronteras ni distancia: todos, de una u otra manera, estamos implicados.
Siguiendo con el tratamiento que recibe la información ambiental en los medios, sorprende encontrar todavía a quienes consideran las cuestiones ambientales como acient¡ficas (lo que algunos autores han denominado "tendencia al almanaquismo"). De esta manera, la información ambiental se presenta a veces como una relación de curiosidades, récords, anécdotas, etc. Recursos que quizás fueran de utilidad insertados dentro de un modelo informativo más complejo y rico, para humanizarlo, pero que en sí mismos solo son capaces de ofrecer una visión reduccionista de estas cuestiones.
Particularmente en el caso de la TV, y en el de algunas revistas, se tiende a presentar la naturaleza como un desfile de animales (principalmente aves y mamíferos) y paisajes, la mayor parte de los cuales reúnen ciertas características de espectacularidad y escasez. Estos espacios y especies, según el discurso que nos proponen estos medios, deben ser protegidos por que son bellos y merecen seguir en la naturaleza para que el hombre pueda gozar de su contemplación. Un discurso puramente estético y descaradamente antropocéntrico, de fácil digestión para la audiencia.
En otras ocasiones, los problemas se tiñen de un sospechoso maniqueísmo, donde hay defensores de la naturaleza y destructores de la misma, perfectamente identificados y habitualmente ajenos a nuestro entorno inmediato (cazadores furtivos en zonas de reservas). Así el receptor puede colocarse, cómodamente, sin ningún coste, en el bando correcto.
Incluso cuando la información ambiental incorpora y respeta un cierto rigor científico (no reñido con su accesibilidad por parte de la mayoría de los receptores) se suele despreciar la exactitud en cifras, medidas, denominaciones científicas, y otros datos potencialmente interesantes. 
¿Cuántas veces se confunden en los medios de comunicación Parques Nacionales con Parques Naturales? ¿Cuántos periodistas consideran que el agujero de ozono y el efecto invernadero son la misma cosa? Por leer hemos leído que la malvasía es un árbol en peligro de extinción, que la energía eólica produce vertidos tóxicos o que los pararrayos radiactivos causan –sin duda-- leucemia infantil. Errores similares son inconcebibles en unas páginas de economía (¿se confunde PIB con renta per cápita?), deportes (¿es lo mismo un penalti que un fuera de juego?) o política (¿el Senado y el Congreso son la misma cosa?).
Los problemas ambientales (que cada vez preocupan a más amplios sectores de población por sus repercusiones en todos, o en casi todos, los órdenes de la vida, y en particular por su incidencia en el propio modelo de desarrollo, que es como decir en el propio corazón del sistema) requieren de un análisis en el que, necesariamente, debe incorporarse la perspectiva científica, por más que esta pueda, y deba, enriquecerse con otras miradas, como las de las ONGs que, entre otras cosas, aportan la necesaria pasión, el sentimiento, a cuestiones que en manos exclusivamente de la ciencia aparecerían frías y hasta deshumanizadas.
Y si su análisis requiere de la perspectiva científica, su solución pasa, obligatoriamente, por las diferentes instancias administrativas que son, en definitiva, las que ejecutan las políticas ambientales, y en el diseño de las mismas participan, asimismo, una notable nómina de técnicos y especialistas en múltiples disciplinas. Sin embargo, y aquí está la paradoja, con demasiada frecuencia, insisto, el medio ambiente, los problemas ambientales, suelen presentarse en algunos medios informativos como una cuestión “acientífica”. Esto ocurre sobre todo en los medios generalistas, los que van dirigidos a un público variopinto, no iniciado, interesado en todo y en nada.
En un erróneo intento de simplificación se evitan aquellos aspectos que, aunque relevantes, el periodista interpreta que no pueden ser entendidos por los receptores. En realidad, lo que se oculta detrás de esta estrategia, por la que algunos problemas ambientales se convierten en asuntos casi “mágicos” (se ignoran causas y consecuencias), lo que se oculta es nuestra propia incapacidad para interpretar la información que recibimos de las fuentes y trasladarla, en un lenguaje riguroso pero asequible, a los receptores. Y la magia, y los sucesos inexplicables, los misterios que aparentemente no puede descifrar la ciencia, solo provocan asombro o angustia, dos actitudes paralizantes que no invitan a elaborar una imagen crítica, y comprometida, de lo que ocurre a nuestro alrededor.
A veces, cuando nos quejamos del deficiente tratamiento que ha recibido un tema ambiental en un determinado medio de comunicación, ignoramos que, quizá, el periodista no haya podido acudir a las fuentes más cualificadas o que éstas no le han facilitado el trabajo. Con demasiada frecuencia, y por distintos motivos, esas fuentes, imprescindibles, no están a disposición de los comunicadores, y, así, encontramos:
§  Especialistas poco acostumbrados a trasladar sus conocimientos al gran público no especializado - Especialistas que viven al margen de las repercusiones sociales de su trabajo.
§  Especialistas temerosos de entrar en polémicas que invaden el pantanoso terreno de la política.
§  Especialistas que concentran sus esfuerzos en aquellos canales de divulgación rentables para su propio curriculum, canales restringidos únicamente a la comunidad científica.
§  O, sencillamente, especialistas que desconfían de los periodistas, seguramente escarmentados por alguna experiencia traumática vivida en el pasado Pero el problema no siempre está en las fuentes, en los científicos o los técnicos. 

En otras ocasiones es el periodista el que carece de los instrumentos adecuados para enfrentarse a este tipo de información, empezando por las dificultades que se le plantean a la hora de identificar fuentes realmente cualificadas, productivas y fiables, cayendo en la trampa de los muchos “agoreros” que han surgido en torno al llamativo mercado de lo ecológico. A lo que no tiene rigor científico se le otorga tal condición con suma facilidad.

En otras ocasiones, los periodistas no saben traducir la jerga científica a un lenguaje apto para todos los públicos, y caen en la trampa de reproducirlo tal cual, haciendo lógicamente feliz al informante (que no podrá quejarse de que sus palabras han sido tergiversadas), pero dejando “patidifusos” a los receptores.

Nada habría que objetar si el texto hubiera aparecido en una revista especializada o formara parte de un manual para hidrogeólogos, pero un periodista difícilmente puede defender este tipo de redacción como asequible y comprensible para la mayoría de los receptores. Y, para colmo, en numerosas ocasiones pasan como ciertos contenidos absolutamente falsos, o cuando menos parciales, por la expresión, el tono, la convicción, el lenguaje, los gestos... de quien nos hace llegar el mensaje. Es decir, los sentimientos, las “tripas”, por encima de la razón. 

Es como el médico que fundamenta su autoridad, y el respeto que le debe el paciente, en el uso de un lenguaje absolutamente indescifrable. Volvemos, así, a los sucesos mágicos a los que me refería antes, los sucesos que provocan asombro o angustia.
La información ambiental es, debería ser, una información de “procesos”, aunque la chispa que encienda la noticia sea un suceso, y, por tanto, exige cualificación en los profesionales que la abordan y también seguimiento, un lujo solo al alcance de los grandes medios de comunicación o de que aquellos que, sin ser muy grandes, han terminado por convencerse de la rentabilidad informativa y, por tanto, social, de una información científica, de una información ambiental, de calidad. 
Pero aun suponiendo que todo el proceso se haya cumplido de una forma razonable, es decir, que hayamos podido identificar una noticia ambiental relevante; que hayamos convencido al redactor jefe para que compita con el resto de la oferta informativa en unas condiciones de igualdad; que hayamos sido capaces de acudir a las fuentes más fiables, interpretar su información y trasladarla a un lenguaje asequible... aún así, todavía habría que sortear unos cuantos obstáculos.
El primero es el que impone la propia naturaleza y estructura del medio en cuestión (algo que ignoran, lógicamente, la mayoría de los receptores). Y les pongo el ejemplo de un informativo de TV, en los que vengo trabajando desde hace algunos años. Siendo su audiencia tan amplia y heterogénea, y debiéndose la TV a la tiranía del tiempo como ningún otro medio (la noticia-tipo raramente rebasa los 45 segundos de duración), aparecen algunas reglas de uso peculiares. Por ejemplo, solo hechos relevantes pueden tener difusión, lo que con lleva el riesgo de caer en el catastrofismo, y, además, debe hacerse un esfuerzo de síntesis ideográfica y de lenguaje, lo que obliga, en cuestiones tan complejas como las ambientales, a una simplificación, con frecuencia, “peligrosa”.

Por último, también abundan los casos en los que la información ambiental está consagrada a objetivos de tipo persuasivo (publicidad). Tras una falsa divulgación se enmascaran las intenciones inmovilistas de aquellos sectores que, precisamente, se dedican a la explotación irracional del medio natural. Cada vez son más frecuentes las empresas que manifiestan unos dudosos compromisos medioambientales o que rotulan sus productos con la tranquilizadora, y poco fiable, etiqueta ecológica. 

En algunos medios podemos encontrar, incluso, una visión parcial y mediatizada por los servilismos políticos y económicos a los que están sujetos tanto las empresas informativas como los propios profesionales de la información. Hay que tener en cuenta que los problemas ambientales son deudores, en su práctica totalidad, de unos modelos de desarrollo económico poco respetuosos con la conservación de los recursos naturales y, lógicamente, de las corrientes políticas y económicas que los propician. Por tanto, estos poderes fácticos de la degradación ambiental (que también lo son, en algunos casos, de los medios de informativos) pueden enturbiarnos la visión de la realidad.
Por todo ello, es particularmente interesante crear los canales adecuados para posibilitar la intervención directa del receptor en el proceso comunicativo, desplazándolo así de un esquema que lo relega frecuentemente a ser un mero sujeto pasivo que recibe el bombardeo de una sobrecarga informativa.
Como conclusión a esta serie de apuntes sobre lo que no debe ser el tratamiento de la información ambiental, podemos afirmar que la complejidad de los problemas ambientales, tanto en la clarificación de sus causas como en la explicación de sus consecuencias, exigen de todo informador una actitud responsable. 

Es lo que algunos han dado en llamar periodismo en profundidad, aplicable a cualquier tipo de información, no solo ambiental. Entendida de esta manera, la labor del periodista debería comenzar por la documentación exhaustiva sobre el hecho en cuestión (noticia), con intervención en todas las fuentes útiles (y no solo acudiendo a la información convocada o a las cómodas referencias institucionales), y seguir con una narración en la que no falten los antecedentes y las consecuencias, así como los actores implicados.  

De esta manera es casi inevitable terminar haciendo una valoración crítica del hecho, después de haberlo insertado en su contexto adecuado, de forma que vaya de lo global a lo particular y viceversa o, si se prefiere, de lo universal a lo local y viceversa.

En definitiva, y este es el gran reto al que nos enfrentamos todos los días los que hemos elegido este oficio, humanizar la información, escribir de tal modo que la noticia tenga sentido para el receptor. Es decir, implicar al receptor y hacerlo partícipe de aquella realidad de la que somos simples intermediarios.