jueves, 8 de septiembre de 2016

Desarrollo Sostenible una visión crítica desde el Perú

La conciencia mundial sobre la crisis ecológica global y sus causas antrópicas alcanzada en las últimos décadas ha dado curso a un cambio crucial: el declive de la privilegiada relación- de cinco siglos- entre el hombre y el conocimiento científico- tecnológico y, a la vez, la gestación de una nueva percepción de las interrelaciones entre los hombres y entre los seres humanos y la naturaleza.

El afianzamiento de estas perspectivas ha ido paralela a la evolución de un nuevo saber: la ecología. Esta disciplina, anunciada a fines el siglo pasado por Ernest Haeckel, ha operado todo un proceso de modelamiento de su objeto de atención ampliando sus perspectivas casi de modo geométrico. Este proceso constituye uno de los grandes avances culturales del siglo XX, el crecimiento del campo de estudio de la ecología puede ser reseñado del siguiente modo (di Castri, 1982):
  • Estudio del ambiente de una planta o animal determinado;
  • al ambiente de una comunidad de vida;
  • a la comprensión del ecosistema y sus componentes;
  • a la interacción de diversos ecosistemas;
  • a la noción de biosfera, integradora de ecosistemas, y
  • la biósfera real, incluyendo al hombre.
Los primeros cuatro períodos obedecen a un proceso creciente de complejización del conocimiento de la vida en el planeta. Hasta entonces la ecología era percibida como ciencia sucedánea de la biología.

Los dos últimos períodos constituyen todo un salto intelectual producto de la rapidez y la masa de conocimientos que posibilitaron los sistemas informáticos (conciencia de los impactos ambientales de la actividad humana), como de la capacidad de percepción global del planeta fruto de la salida del hombre al espacio (conciencia del límite) (Becker, 1 995). Es entonces con la ayuda de la computadora y el satélite que la ecología logra independizarse de la biología y adquirir el sentido transdisciplinario y holístico que hoy tiene.

Producto de esta ampliación de perspectivas ganan verosimilitud y legitimidad cultural los enfoques descentralizados de la vida, en los que el hombre "se reintegra a la comunidad de vida de la Tierra", superando una visión antropocéntrica que desde el siglo XV buscó imponer la voluntad humano a la vida social y a la naturaleza tras adquirir mejores capacidades de conocimiento (a través de la ciencia) y de transformación (a través de la tecnología). Este reposicionamiento existencial del ser humano aportó también a un ajuste ético sobre las responsabilidades humanas para con el planeta, pasando de la idea del dominio a la de solidaridad.

Tras la toma de conciencia internacional de la seriedad de la crisis ambiental global a la que nos han llevado los sistemas económicos productivistas (capitalista y socialista), como los hábitos de vida de los países industrializados, la inteligencia mundial ha variado su enfoque de los problemas y las relaciones internacionales.

Del análisis de la confrontación ideopolítica y económica entre los sistemas hegemónicos de oriente y occidente, se ha pasado al análisis de la sustentabilidad del desarrollo humano. Este nuevo horizonte de preocupación internacional ocurre ciertamente en un contexto de tensión.

Por un lado está el despegue de las fuerzas productivas resultado del predominio del sistema de libre mercado, la reorientación de las inversiones- del rubro militar al civil- con motivo de la progresiva resolución de los grandes conflictos internacionales y la apertura de nuevos mercados (Europa Oriental y China). La sumatoria de estas fuerzas proporciona, de alguna manera, un sentido de optimismo político al proyecto desarrollista.

De otro lado, y no con menos fuerza, está la presencia de la crisis ecológica global generada por décadas de productivismo y consumismo. Los cambios climáticos, el deterioro de la capa de ozono y la pérdida de biodiversidad, están socavando las bases materiales de la civilización humana. 

Estos problemas, resultado del uso ilimitado e ineficiente de la energía y los recursos naturales, como de las masivas emisiones de desechos y contaminantes al ambiente, ofrecen el sentido crítico al proyecto desarrollista.
Una expresión cuantitativa de este fenómeno está registrado en el informe "Estado del Mundo 1990" del Worldwatch Institute. Allí se precisa que el rendimiento económico mundial adicional obtenido en cada una de las cuatro décadas pasadas, corresponde al crecimiento económico total desde comienzos de la civilización hasta el año 1950. Es decir que en cada una de las cuatro décadas pasadas se registró más crecimiento que en los últimos dos mil años.

Sobre esta realidad, en los últimos 30 años, ha ido prosperando la conceptualización y experimentación en torno a la idea de un modelo de desarrollo alternativo que dé cuenta de las demandas de crecimiento económico, de equidad en la distribución de los excedentes, y de las necesidades de sustentabilidad del proceso.

El resultado ha sido la propuesta de lo que hoy se conoce como desarrollo sostenible que, primero, ponía énfasis en el proceso económico y, hoy, en la sostenibilidad del conjunto de la vida social- y la vida en general.

1 CONCIENCIA BIOSFERICA Y EL ECODESARROLLO

Sobre algunos antecedentes a nivel de países, podría decirse que el proceso global de comprensión y crítica de los impactos ambientales de los vigentes modelos de desarrollo empieza a mediados de la década del 60 con la formulación del concepto de biosfera hecho por Theilhard de Chardin. Como se sabe la biosfera es la pequeña y limitada capa de tierra, agua y aire que esta sobre la superficie de la Tierra, constituyendo el hábitat sobre el cual se desarrollan todos los seres vivos. La biosfera existe gracias a un complejo proceso de captación y transformación de la energía solar y su capacidad de autoregulación (de Chardin, 1965).

Expresión institucional de este nuevo nivel de conceptualización es la "Conferencia intergubernamental sobre la utilización racional y la conservación de la biosfera", convocada por la UNESCO en 1968. Resultado de esta iniciativa se crea el Programa el Hombre y la Biosfera (MAB: Man and Biosphere) para promover las investigaciones sobre la intervención de nuestra especie en los ecosistemas y el planeta.

Esta perspectiva del planeta y los modelos de simulación que posibilitaban las nuevas computadoras dieron curso a un nuevo objeto de investigación: la interrelación dinámica entre ecología global y sociedad mundial. Uno de los primeros modelos que marcaron el rumbo en este sentido lo presentó Dennis Mendows en el Club de Roma en 1972, siendo seguida por otros trabajos y datos más exactos (Meadows,1972).

Ese mismo año, 1972, se realiza en Estocolmo la Conferencia Internacional sobre el Medio Humano con participación de 1200 delegados de 140 países. Este es el primer evento político de alto nivel que alerta al mundo sobre las implicancias ambientales de los vigentes modelos de producción y de vida. Genera una declaración de principios de 26 puntos y establece el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Instituye también el Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio de cada año).

Al año siguiente, Maurice Strong, Secretario General de la Conferencia y primer Director Ejecutivo del PNUMA, lanza la propuesta del ecodesarrollo, concepto que luego será profundizado- entre otros- por lgnacy Sachs, creador del Instituto de Ecodesarrollo en la Escuela de Altos Estudios Sociales de París.

Para Sachs el ecodesarrollo es una manera de pensar el desarrollo introduciendo una dimensión más: la dimensión ambiental (Sachs, 1990). Esta dimensión debería ser entendida a partir de un diálogo histórico entre las culturas y los ecosistemas - formas concretas con que se expresan las actividades humanas y la naturaleza- en torno a sus capacidades de adaptación (diversidad) y transformación (cambio). Un aporte significativo del concepto fue la identificación de las que servían las bases del nuevo modelo de desarrollo: tener un fin social, ser ecológicamente prudente y económicamente eficiente.

Por aquellos años otra importante línea de análisis- y crítica- del desarrollo se origina en los trabajos de Herman Daly y su propuesta de una economía estable anunciada en 1978. Analizando la moderna obsesión por el crecimiento como respuesta a las demandas sociales, Daly cuestionó la noción que "más es mejor" proponiendo como un axioma más saludable "lo suficiente es mejor", y la reorientación de la dirección de la economía hacia un crecimiento cualitativo: "el fin del incremento físico no es el fin del progreso, es mas bien una precondición para el progreso futuro" (Daly, 1984).

2 NUESTRO FUTURO COMUN

Es por entonces, 1983, que el 38 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas constituye la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y el Desarrollo y le encarga elaborar un informe; preside la Comisión la Primera Ministra de Noruega Gro Harlem Brundtland.

Cuatro años después, en 1987, la Comisión presenta y difunde el informe titulado "Nuestro Futuro Común", desencadenando un intenso debate internacional. El documento, formula y difunde a nivel internacional el concepto de desarrollo sostenible, bosquejado unos años antes por organismos de las Naciones Unidas.

Según el Informe Brundtland el desarrollo sostenible es definido como un "desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades". En este sentido propone "asumir algunas limitaciones- no absolutas- en función al estado actual de la tecnología y la organización social sobre el uso de los recursos del medio ambiente y la capacidad de la biosfera para absorber los efectos de la actividad humana" (WCED, 1987).

3 DESARROLLO Y CRECIMIENTO

Cuatro años después, el importante documento "Cuidar la Tierra. Estrategia para el Futuro de la Vida" (UICN-PNUMA-WWF,1 991) aportó significativamente al esclarecimiento de ideas y términos, enfocando el desarrollo sostenible como un proceso que requiere un progreso simultáneo global en diversas dimensiones: económica, humana, ambiental y tecnológica (WRI-PNUMA-PNUD, 1992).

El documento observó también que, generalmente, se hablaba indistintamente de "desarrollo", "crecimiento" y "utilización" sostenibles como si fueran idénticos, cuando en realidad no lo son. Precisó que crecimiento sostenible es un término contradictorio, nada físico puede crecer indefinidamente. Uso sostenible sólo es aplicable a los recursos renovables (significa utilización a un ritmo que no supere su capacidad de renovación).
Señaló además que una economía sostenible es el producto de un desarrollo sostenible. Mantiene la base de recursos naturales y puede continuar actuando mediante el mejoramiento de los conocimientos, la organización, la eficiencia técnica y la sabiduría. También que una sociedad sostenible es aquella que vive conforme los principios de vida sostenible (ver recuadro).
PRINCIPIOS PARA VIVIR DE MANERA SOSTENIBLE
Principio ético
  1. Respetar y cuidar la comunidad de seres vivientes
Criterios que deben cumplirse
  1. Mejorar la calidad de vida humana
  2. Conservar la vitalidad y diversidad de la Tierra
  3. Mantenerse dentro de la capacidad de carga de la Tierra
  4. Reducir al mínimo el agotamiento de los recursos no renovables
Direcciones a cumplir para su viabilidad a nivel individual, local, nacional e internacional
  1. Modificar las actitudes y prácticas personales
  2. Facultar a las comunidades para cuidar de su medio ambiente
  3. Establecer un marco nacional parca la integración del desarrollo y la conservación
  4. Forjar una alianza universal
______
Fuente: UICN-PNUMA-WWF, 1991 "Cuidar la Tierra. Estrategia para el Futuro de la Vida" Gland.

Ese mismo año, Dennis Meadows, aporta también a esta precisión mencionando que "Crecimiento es el aumento material de una magnitud. Desarrollo, en cambio designa un cambio cualitativo. Cuando algo crece, aumenta cuantitativamente, cuando algo se desarrolla, mejora cualitativamente o por lo menos en otro sentido. Crecimiento cuantitativo y cambio cualitativo están sujetos a leyes diferentes. Nuestro planeta, en general, se desarrolla sin crecer, su masa no aumenta. Nuestra economía, que no es más que un subsistema de nuestro planeta limitado y no creciente, debe adquirir a corto o largo plazo una forma de desarrollo uniforme" (Meadows, 1992).

De ello se deduce una conclusión remarcable: "aunque es cierto que existen límites materiales al crecimiento, ello no implica necesariamente que existan también límites del desarrollo. En este sentido el saber humano, la conducta social, el amor y la bondad, los modos de vida y las formas de expresión artística pueden desarrollarse infinitamente" (Becker, 1995).

El Banco Mundial, en su informe sobre el Desarrollo Mundial de 1992, respaldó el concepto de desarrollo sostenible planteado por la Comisión Brundtland, asumiendo que no había ninguna diferencia entre las metas de la política de desarrollo y las de una protección adecuada del medio ambiente. Sin embargo en este mismo informe el Banco reconoce lo difícil que resulta dar precisión al concepto de sostenibilidad, "poderosa metáfora para centrar la atención en la necesidad de una mejor administración ambiental".

El informe opta por lo que considera una definición más restringida- y por supuesto discutible- de desarrollo sostenible: el "desarrollo responsable desde el punto de vista ambiental", es aquel que busca niveles de bienestar crecientes y sostenibles basando las políticas de desarrollo y medio ambiente en una comparación de costos y beneficios. Sobre esta idea el Banco plantea el "imperativo de aprovechar la oportunidad actual para provocar una aceleración del desarrollo humano y económico que sea sostenido y equitativo".


Para ello respalda los esfuerzos por determinar y asignar valores a los recursos naturales, así como tomar en cuenta los costos ambientales en la adopción de decisiones. Precisa que los costos de la protección y mejora del medio ambiente son elevados en términos absolutos, pero moderados en comparación con sus beneficios y con las ganancias que se pueden derivar del crecimiento económico.

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