La conciencia mundial sobre la crisis
ecológica global y sus causas antrópicas alcanzada en las últimos
décadas ha dado curso a un cambio crucial: el declive de la privilegiada
relación- de cinco siglos- entre el hombre y el conocimiento científico-
tecnológico y, a la vez, la gestación de una nueva percepción de las
interrelaciones entre los hombres y entre los seres humanos y la naturaleza.
El afianzamiento de estas perspectivas
ha ido paralela a la evolución de un nuevo saber: la ecología. Esta disciplina,
anunciada a fines el siglo pasado por Ernest Haeckel, ha operado todo un
proceso de modelamiento de su objeto de atención ampliando sus perspectivas casi
de modo geométrico. Este proceso constituye uno de los grandes avances
culturales del siglo XX, el crecimiento del campo de estudio de la ecología
puede ser reseñado del siguiente modo (di Castri, 1982):
- Estudio del ambiente de una planta o animal determinado;
- al ambiente de una comunidad de vida;
- a la comprensión del ecosistema y sus componentes;
- a la interacción de diversos ecosistemas;
- a la noción de biosfera, integradora de ecosistemas, y
- la biósfera real, incluyendo al hombre.
Los primeros cuatro períodos obedecen a
un proceso creciente de complejización del conocimiento de la vida en el
planeta. Hasta entonces la ecología era percibida como ciencia sucedánea de la
biología.
Los dos últimos períodos constituyen
todo un salto intelectual producto de la rapidez y la masa de conocimientos que
posibilitaron los sistemas informáticos (conciencia de los impactos ambientales
de la actividad humana), como de la capacidad de percepción global del planeta
fruto de la salida del hombre al espacio (conciencia del límite) (Becker, 1
995). Es entonces con la ayuda de la computadora y el satélite que la ecología
logra independizarse de la biología y adquirir el sentido transdisciplinario y
holístico que hoy tiene.
Producto de esta ampliación de perspectivas
ganan verosimilitud y legitimidad cultural los enfoques descentralizados de la
vida, en los que el hombre "se reintegra a la comunidad de vida de la
Tierra", superando una visión antropocéntrica que desde el siglo XV buscó
imponer la voluntad humano a la vida social y a la naturaleza tras adquirir
mejores capacidades de conocimiento (a través de la ciencia) y de
transformación (a través de la tecnología). Este reposicionamiento existencial
del ser humano aportó también a un ajuste ético sobre las responsabilidades
humanas para con el planeta, pasando de la idea del dominio a la de
solidaridad.
Tras la toma de conciencia internacional
de la seriedad de la crisis ambiental global a la que nos han llevado los
sistemas económicos productivistas (capitalista y socialista), como los hábitos
de vida de los países industrializados, la inteligencia mundial ha variado su
enfoque de los problemas y las relaciones internacionales.
Del análisis de la confrontación
ideopolítica y económica entre los sistemas hegemónicos de oriente y occidente,
se ha pasado al análisis de la sustentabilidad del desarrollo humano.
Este nuevo horizonte de preocupación internacional ocurre ciertamente en un
contexto de tensión.
Por un lado está el despegue de las
fuerzas productivas resultado del predominio del sistema de libre mercado, la
reorientación de las inversiones- del rubro militar al civil- con motivo de la
progresiva resolución de los grandes conflictos internacionales y la apertura
de nuevos mercados (Europa Oriental y China). La sumatoria de estas fuerzas
proporciona, de alguna manera, un sentido de optimismo político al proyecto
desarrollista.
De otro lado, y no con menos fuerza,
está la presencia de la crisis ecológica global generada por
décadas de productivismo y consumismo. Los cambios climáticos, el deterioro de
la capa de ozono y la pérdida de biodiversidad, están socavando las bases
materiales de la civilización humana.
Estos problemas, resultado del uso
ilimitado e ineficiente de la energía y los recursos naturales, como de las
masivas emisiones de desechos y contaminantes al ambiente, ofrecen el sentido
crítico al proyecto desarrollista.
Una expresión cuantitativa de este
fenómeno está registrado en el informe "Estado del Mundo 1990" del
Worldwatch Institute. Allí se precisa que el rendimiento económico mundial
adicional obtenido en cada una de las cuatro décadas pasadas, corresponde al
crecimiento económico total desde comienzos de la civilización hasta el año
1950. Es decir que en cada una de las cuatro décadas pasadas se registró más
crecimiento que en los últimos dos mil años.
Sobre esta realidad, en los últimos 30
años, ha ido prosperando la conceptualización y experimentación en torno a la
idea de un modelo de desarrollo alternativo que dé cuenta de
las demandas de crecimiento económico, de equidad en la distribución de los
excedentes, y de las necesidades de sustentabilidad del proceso.
El resultado ha sido la propuesta de lo
que hoy se conoce como desarrollo sostenible que, primero, ponía énfasis en el
proceso económico y, hoy, en la sostenibilidad del conjunto de la vida social-
y la vida en general.
1 CONCIENCIA BIOSFERICA Y EL
ECODESARROLLO
Sobre algunos antecedentes a nivel de
países, podría decirse que el proceso global de comprensión y crítica de los
impactos ambientales de los vigentes modelos de desarrollo empieza a mediados
de la década del 60 con la formulación del concepto de biosfera hecho por
Theilhard de Chardin. Como se sabe la biosfera es la pequeña y limitada capa de
tierra, agua y aire que esta sobre la superficie de la Tierra, constituyendo el
hábitat sobre el cual se desarrollan todos los seres vivos. La biosfera existe
gracias a un complejo proceso de captación y transformación de la energía solar
y su capacidad de autoregulación (de Chardin, 1965).
Expresión institucional de este nuevo
nivel de conceptualización es la "Conferencia intergubernamental sobre la
utilización racional y la conservación de la biosfera", convocada por la
UNESCO en 1968. Resultado de esta iniciativa se crea el Programa el Hombre y la
Biosfera (MAB: Man and Biosphere) para promover las investigaciones sobre la
intervención de nuestra especie en los ecosistemas y el planeta.
Esta perspectiva del planeta y los
modelos de simulación que posibilitaban las nuevas computadoras dieron curso a
un nuevo objeto de investigación: la interrelación dinámica entre ecología
global y sociedad mundial. Uno de los primeros modelos que marcaron el rumbo en
este sentido lo presentó Dennis Mendows en el Club de Roma en 1972, siendo
seguida por otros trabajos y datos más exactos (Meadows,1972).
Ese mismo año, 1972, se realiza en
Estocolmo la Conferencia Internacional sobre el Medio Humano con participación
de 1200 delegados de 140 países. Este es el primer evento político de alto
nivel que alerta al mundo sobre las implicancias ambientales de los vigentes
modelos de producción y de vida. Genera una declaración de principios de 26
puntos y establece el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA). Instituye también el Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio de
cada año).
Al año siguiente, Maurice Strong,
Secretario General de la Conferencia y primer Director Ejecutivo del PNUMA,
lanza la propuesta del ecodesarrollo, concepto que luego será
profundizado- entre otros- por lgnacy Sachs, creador del Instituto de
Ecodesarrollo en la Escuela de Altos Estudios Sociales de París.
Para Sachs el ecodesarrollo es una
manera de pensar el desarrollo introduciendo una dimensión más: la dimensión
ambiental (Sachs, 1990). Esta dimensión debería ser entendida a partir de un
diálogo histórico entre las culturas y los ecosistemas - formas concretas con
que se expresan las actividades humanas y la naturaleza- en torno a sus
capacidades de adaptación (diversidad) y transformación (cambio). Un aporte
significativo del concepto fue la identificación de las que servían las bases
del nuevo modelo de desarrollo: tener un fin social, ser ecológicamente
prudente y económicamente eficiente.
Por aquellos años otra importante línea
de análisis- y crítica- del desarrollo se origina en los trabajos de Herman
Daly y su propuesta de una economía estable anunciada en 1978.
Analizando la moderna obsesión por el crecimiento como respuesta a las demandas
sociales, Daly cuestionó la noción que "más es mejor" proponiendo
como un axioma más saludable "lo suficiente es mejor", y la
reorientación de la dirección de la economía hacia un crecimiento cualitativo:
"el fin del incremento físico no es el fin del progreso, es mas bien una
precondición para el progreso futuro" (Daly, 1984).
2 NUESTRO FUTURO COMUN
Es por entonces, 1983, que el 38 período
de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas constituye la
Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y el Desarrollo y le encarga elaborar un
informe; preside la Comisión la Primera Ministra de Noruega Gro Harlem
Brundtland.
Cuatro años después, en 1987, la
Comisión presenta y difunde el informe titulado "Nuestro Futuro
Común", desencadenando un intenso debate internacional. El documento,
formula y difunde a nivel internacional el concepto de desarrollo sostenible,
bosquejado unos años antes por organismos de las Naciones Unidas.
Según el Informe Brundtland el
desarrollo sostenible es definido como un "desarrollo que
satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las
futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades". En
este sentido propone "asumir algunas limitaciones- no absolutas- en
función al estado actual de la tecnología y la organización social sobre el uso
de los recursos del medio ambiente y la capacidad de la biosfera para absorber
los efectos de la actividad humana" (WCED, 1987).
3 DESARROLLO Y CRECIMIENTO
Cuatro años después, el importante
documento "Cuidar la Tierra. Estrategia para el Futuro de la Vida"
(UICN-PNUMA-WWF,1 991) aportó significativamente al esclarecimiento de ideas y
términos, enfocando el desarrollo sostenible como un proceso que requiere un
progreso simultáneo global en diversas dimensiones: económica, humana,
ambiental y tecnológica (WRI-PNUMA-PNUD, 1992).
El documento observó también que,
generalmente, se hablaba indistintamente de "desarrollo",
"crecimiento" y "utilización" sostenibles como si fueran
idénticos, cuando en realidad no lo son. Precisó que crecimiento
sostenible es un término contradictorio, nada físico puede crecer
indefinidamente. Uso sostenible sólo es aplicable a los
recursos renovables (significa utilización a un ritmo que no supere su
capacidad de renovación).
Señaló además que una economía
sostenible es el producto de un desarrollo sostenible. Mantiene la
base de recursos naturales y puede continuar actuando mediante el mejoramiento
de los conocimientos, la organización, la eficiencia técnica y la sabiduría.
También que una sociedad sostenible es aquella que vive
conforme los principios de vida sostenible (ver recuadro).
|
PRINCIPIOS
PARA VIVIR DE MANERA SOSTENIBLE
Principio ético
Criterios
que deben cumplirse
Direcciones
a cumplir para su viabilidad a nivel individual, local, nacional e
internacional
______
Fuente: UICN-PNUMA-WWF, 1991
"Cuidar la Tierra. Estrategia para el Futuro de la Vida" Gland.
|
Ese mismo año, Dennis Meadows, aporta
también a esta precisión mencionando que "Crecimiento es el aumento
material de una magnitud. Desarrollo, en cambio designa un cambio cualitativo. Cuando
algo crece, aumenta cuantitativamente, cuando algo se desarrolla, mejora
cualitativamente o por lo menos en otro sentido. Crecimiento cuantitativo y
cambio cualitativo están sujetos a leyes diferentes. Nuestro planeta, en
general, se desarrolla sin crecer, su masa no aumenta. Nuestra economía, que no
es más que un subsistema de nuestro planeta limitado y no creciente, debe
adquirir a corto o largo plazo una forma de desarrollo uniforme" (Meadows,
1992).
De ello se deduce una conclusión
remarcable: "aunque es cierto que existen límites materiales al
crecimiento, ello no implica necesariamente que existan también límites del
desarrollo. En este sentido el saber humano, la conducta social, el
amor y la bondad, los modos de vida y las formas de expresión artística pueden
desarrollarse infinitamente" (Becker, 1995).
El Banco Mundial, en su informe sobre el
Desarrollo Mundial de 1992, respaldó el concepto de desarrollo sostenible
planteado por la Comisión Brundtland, asumiendo que no había ninguna diferencia
entre las metas de la política de desarrollo y las de una protección adecuada
del medio ambiente. Sin embargo en este mismo informe el Banco reconoce lo
difícil que resulta dar precisión al concepto de sostenibilidad, "poderosa
metáfora para centrar la atención en la necesidad de una mejor administración
ambiental".
El informe opta por lo que considera una
definición más restringida- y por supuesto discutible- de desarrollo
sostenible: el "desarrollo responsable desde el punto de vista
ambiental", es aquel que busca niveles de bienestar crecientes y
sostenibles basando las políticas de desarrollo y medio ambiente en una
comparación de costos y beneficios. Sobre esta idea el Banco plantea
el "imperativo de aprovechar la oportunidad actual para provocar una
aceleración del desarrollo humano y económico que sea sostenido y
equitativo".
Para ello respalda los esfuerzos por
determinar y asignar valores a los recursos naturales, así como tomar en cuenta
los costos ambientales en la adopción de decisiones. Precisa que los costos de
la protección y mejora del medio ambiente son elevados en términos absolutos,
pero moderados en comparación con sus beneficios y con las ganancias que se
pueden derivar del crecimiento económico.
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