martes, 21 de junio de 2016

Propuesta metodológica para actuar sosteniblemente


Como indicábamos, para que podamos contribuir a la solución de la actual crisis ambiental se necesitan planteamientos educativos que superen la adquisición fragmentada de conocimiento, pues resulta fundamental percibir la compleja interacción de los factores biofísicos, económicos, políticos o sociales que están implicados. 

Además, dado que la problemática ambiental afecta a la Humanidad, las soluciones tendrán que ser globales. Por ello, la EADS ha de desempeñar un papel fundamental capacitando a los sujetos para que adquieran y apliquen conocimientos, actitudes y comportamientos a favor del entorno tanto en su vida cotidiana como a nivel planetario, pues la enseñanza solo tiene lugar cuando hay aprendizaje.

Para lograrlo hemos diseñado una estrategia didáctica, investigativa, de tipo constructivista operacional y crítico (Kincheloe, J., 2006), basada en la resolución -que no "solución"- de problemas socioambientales del entorno próximo de los alumnos, que los capacite para actuar sobre ellos con criterios de sustentabilidad. En consecuencia nuestra propuesta metodológica recoge los principios anteriormente expuestos.  

Pero, aunque el modelo propuesto comprende un enfoque orientado a la resolución de la problemática socioambiental (Alvarez et. al, 2002), lleva también implícito mucho más; requiere una aproximación positiva a la toma de decisiones en régimen cooperativo, un respeto por la democracia, por las diferentes culturas, y una comprensión por los procesos de participación. En consecuencia, esta competencia para la acción ha de verse como un proceso social, ya que es mucho más efectiva cuando tiene lugar a través del esfuerzo de un grupo. 

En este sentido, Lubbers, citado por Alvarez y Vega (2006), partiendo de la idea de que la cooperación y la interdependencia entre los componentes del ecosistema producen estabilidad y adaptabilidad en el mismo, propone el aprendizaje cooperativo “para que nos conduzcamos de forma consistente con las leyes naturales”.

Por tanto, es muy conveniente que la realización de las actividades planteadas para resolver estos retos se realicen por equipos y que al final, en conjunto, expongan y debatan sus propuestas. Ello permite que todos tomen parte en la discusión, y al mismo tiempo proporciona una amplia gama de opiniones y de información. La responsabilidad ambiental y social debe ser asumida de forma individual, pero debe traducirse en acciones hacia lo colectivo. Se pretende que se actúe como una comunidad que produce y moviliza su propio conocimiento, y sea consciente de su aprendizaje, con el fin de actuar sosteniblemente.

El modelo didáctico requiere para su desarrollo una serie de etapas, que deben estar integradas con las demás actividades en la secuencia de aprendizajes, que permiten operativizar los distintos aspectos del modelo a nivel de aplicación (Álvarez y Vega, 2006). Estas etapas son las siguientes:

a.  Selección de la problemática ambiental

Los temas elegidos deben situarse en el entorno próximo del alumnado y en el contexto de su vida cotidiana y presentarse en un contexto socio-cultural no sólo con “significado” –que se tengan conocimientos previos relevantes –, sino también con sentido, pues con ello se reforzará su implicación y la motivación para el aprendizaje. Además se deben seleccionar problemas que sean abiertos (diferentes caminos para resolverlos), relevantes, a nivel local y global, y que favorezcan un debate razonado sobre las soluciones, usando y relacionando datos y pruebas disponibles de manera parecida a la práctica científica, pero en una lógica intercultural, esto es, que está abierta a ser confrontada con otras interpretaciones emergentes de los contexto culturales de los alumnos.

b.  Formulación del problema

Todo problema plantea preguntas, y resolverlo es encontrar una o varias respuestas. Por eso, es fundamental que sean conscientes de que existe un problema y reconozcan las preguntas. Pero difícilmente puede aplicarse una estrategia para resolver una tarea sin conocimientos específicos sobre ella; y para construir conocimientos es necesaria la interacción y relación de las ideas nuevas con las ideas previas, entre diferentes formas de mirar e interpretar la realidad. Este paso se completará con la selección de los contenidos conceptuales necesarios y el establecimiento de un plan de trabajo (aunque sea de carácter provisional).

c.  Identificación de causas y consecuencias desde la complejidad

Se ha de adquirir información que permita identificar causas y consecuencias del problema planteado. Esta información puede tener diferente origen (Profesor, bibliografía, Internet, historia oral, etc.) pero, sobre todo, debería proceder de las actividades realizadas en el propio entorno. En cualquiera de los casos, interaccionará con las diferentes preconcepciones.

Debemos tener presente que los problemas socioambientales responden a múltiples factores de diversa naturaleza: ecológicos, sociales, políticos, económicos, culturales, éticos, etc. Por eso resulta difícil decidir cuáles son, entre todas, las variables más determinantes; a ello es a lo que nos referimos habitualmente con expresiones como “causalidad múltiple” o “complejidad multicausal”.

d. Identificar las condiciones a cambiar desde un análisis crítico de escenarios múltiples

Probablemente la manera más práctica y directa de conseguir un aprendizaje es propiciar la participación en proyectos de mejora del entorno. Serán oportunidades para el entrenamiento en la acción, suministrando criterios de evaluación y constituyendo experiencias enriquecedoras. Es decir, para que se desarrollen las capacidades para la acción, se han de buscar soluciones a los problemas que se generan en el medio y actuar en consecuencia; si quedan al margen de la “acción social”, la Educación Ambiental para un Desarrollo Sostenible (EADS) será algo superfluo.

e. Identificar las posibilidades para la acción desde la perspectiva de un pensamiento crítico

Si se sospecha de que el esfuerzo para proteger el ambiente tiene poca efectividad y trascendencia, y se percibe una falta de control personal sobre los acontecimientos y sus resultados, posiblemente no se intentará mejorar la situación. Por eso, sólo aquellos que confían en la posibilidad de cambio serán capaces de llevar a cabo acciones para la conservación. Se trata de definir líneas de actuación que canalicen la construcción de respuestas. Se inicia así una fase de trabajo larga, en la que interactúan gran diversidad de informaciones, y en el que se va desarrollando el complejo proceso de reestructuración del conocimiento.

f.  Especificar las dificultades y las barreras ante el cambio

Es importante considerar la viabilidad de las propuestas que se plantean realizar (qué obstáculos podemos encontrar en los procesos de solución), para orientarlas y reconducirlas si fuera preciso. Implica comprender los problemas, culturales, sociales, económicos y políticos que pueden limitar o dificultar el deseado cambio ambiental.

g.  Establecer prioridades para la acción

Los fines de la sostenibilidad suponen la aplicación de lo aprendido a situaciones de la vida real. Como esta capacidad de transferencia no es innata, y el análisis teórico es insuficiente, la forma más eficaz para consolidar los conocimientos aprendidos será poniéndolos en práctica. Se han de señalar razonadamente qué acciones son más urgentes y cuáles son más necesarias a largo plazo, reconociendo los diferentes niveles de complejidad en las acciones que se pueden emprender.

Selección de acciones apropiadas y sostenibles bajo una perspectiva de que cuando se hace se conoce y cuando se conoce se hace

El último paso consistirá en seleccionar las acciones convenientes y sostenibles, en el marco de la vida y su entorno. Debemos recordar una importante consideración metodológica: a veces los Profesores/Educadores olvidan que no siempre es posible ni conveniente encontrar las “soluciones correctas” a los problemas planteados. 

Hay que buscar los distintos aspectos de una situación y analizarla para resolver una cuestión, puede ser mucho más importante en la formación educativa que la propia solución. Pero para que sea así es necesario que se defina previamente las tramas de contenidos que configuran el trabajo. Una vez llevadas a la práctica las actuaciones sostenibles, se evaluarán para su posible mejora y para comunicar los resultados obtenidos.

Con esta estrategia metodológica intentamos mostrar la “aplicabilidad” de la EADS a la resolución de problemas reales y concretos, salvando la distancia entre la teoría y la práctica (Álvarez, De la Fuente y Vega, 2006). 

Así, empleando como material estimular el relativo a diversas problemáticas ambientales, tales como: pérdida de biodiversidad, gestión de los residuos sólidos urbanos, contaminación acústica en el entorno urbano, gestión ambiental del centro educativo (ecoauditorias escolares), impacto ambiental del turismo, "contaminación mental" (influencia de la publicidad en el consumo superfluo) y su repercusión sobre el medio, impacto ambiental del modelo de alimentación imperante en los países occidentales, la determinación de la “huella ecológica” personal y de su entorno, la relación pobreza/guerras, la marginalización o destrucción de culturas no hegemónicas, etc.

Para su desarrollo se divide al alumnado en grupos pequeños (4-5 alumnos/grupo), a cada uno de los cuales se les proporciona un texto-resumen sobre la problemática concreta que se va a “investigar”, los objetivos de la “investigación” y una relación de las actividades que deben realizar, que giran en torno a un aspecto concreto de la problemática tratada, y, en su caso, las consideraciones previas que deberán tenerse en cuenta para llevarlas a cabo. 

Tras la realización de las actividades se hace la puesta en común sobre los resultados obtenidos por cada uno de los grupos, que incluye la elaboración de un “mapa conceptual” consensuado sobre los conceptos trabajados y las propuestas de intervención para la “solución” de la problemática tratada, estableciendo los “indicadores de sostenibilidad” (Vega, Álvarez, Cañadas, G.R. y De la Fuente, 2005).

En definitiva, se propone un modelo de actuación educativa con una selección de temáticas socioambientales (que son problemas complejos, globales y sistémicos) que responden a cuestiones de su vida diaria, obligan a asumir estilos de vida a favor del medio y además a adoptar determinados comportamientos personales y sociales. 

Las actividades realizadas por los alumnos de acuerdo con la estrategia didáctica diseñada, se abordan desde una perspectiva multidisciplinar, mediante "investigaciones" (Vega y Álvarez, 2006) que conduzcan a la implantación de un sistema de gestión ambiental del centro que minimicen los impactos ambientales que, pueden derivarse de sus actividades, asumiendo la responsabilidad de eliminarlos o reducirlos implantando diversos principios, basados en la aceptación de los contenidos de la Agenda 21 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD), contribuyendo así al desarrollo sostenible de nuestro planeta y mejorando simultáneamente la calidad ambiental, social y cultural de la comunidad de la que forma parte.

h.    Otras consideraciones

Los planteamientos políticos actuales y su globalización no están reduciendo la problemática ambiental, ni la pobreza ni la desigualdad, sino todo lo contrario. El futuro de nuestro planeta está gravemente comprometido y es urgente, por tanto, detener la degradación irreversible del medio ambiente. Por ello necesitamos adquirir urgentemente un conocimiento y un comportamiento “ecológico” que permita desarrollarnos sin crecer más allá de nuestros límites, desarrollar una nueva cultura intelectual, de consumo y tecnológica, en la que la educación es una pieza fundamental. 

Una eficaz relación entre educación, pues el conocimiento progresa principalmente por la capacidad de contextualizar y globalizar, y sostenibilidad es uno de los desafíos actuales más importantes con el fin de evitar el tener que elegir soluciones que hacen difícil la supervivencia de nuestro planeta en las condiciones actuales. El reto de la sustentabilidad es que todos los individuos y las instituciones actúen cuidando el presente y futuro compartiendo equitativamente los recursos de los que depende la supervivencia humana y de las otras especies.

El desarrollo de estrategias metodológicas de tipo investigativo, basadas en la resolución de problemáticas ambientales tienen un gran interés para la transformación de las actitudes, conocimientos conceptuales y comportamientos de la comunidad educativa para actuar sustentablemente. Además, la mayoría de las temáticas utilizadas, conllevan un componente educativo que introduce los contenidos de la gestión sostenible en el currículo y permiten unir la práctica y la enseñanza de la sostenibilidad. 

No sólo se consigue la mejora ambiental de las infraestructuras y servicios, sino que se potencian propuestas didácticas participativas, buscando la coherencia entre planteamientos sustentables, su fundamentación teórica y la práctica educativa, pues en ellas la sostenibilidad se aborda desde una perspectiva social –relación consumo/pobreza, solidaridad/diversidad cultural,.. -y ambiental –consumo energético, de agua, ruido, biodiversidad, etc. -por ser indisociables, como así se reconoce en los documentos de trabajo diseñados y puestos en práctica (Agenda 21 para un campus sostenible). 

Este modelo educativo de tipo constructivista crítico propicia un proceso de enseñanza-aprendizaje global, permite integrar y reelaborar los conocimientos dispersos para adaptarlos a una realidad compleja y “glocal”.

El enfoque "glocal" relaciona los fenómenos más próximos a nuestro entorno –local-, con los más alejados pero que nos influyen –global-. En definitiva, la estrategia metodológica propuesta, para actuar sustentablemente, produce una mejora significativa en los comportamientos “pro ambientales” que implica reconocer la importancia de la diversidad cultural como un factor determinante para la sostenibilidad del planeta.


Todo ello favorece la consideración de la realidad socioambiental como un sistema de elementos interrelacionados, en los que podemos incidir a nivel individual y colectivo –corresponsabilidad- para transformarla. Permite conocer las causas, las consecuencias de la problemática socioambiental local y global, y principalmente actuar con “buenas prácticas sostenibles” para reducir la huella ecológica, pues la biosfera será sostenible si es ecológicamente sana, económicamente factible y socialmente justa y para conseguirlo se necesitan ciudadanos informados y organizados, capaces de tomar decisiones correctas para resolver las complejas situaciones a las que se enfrentan actualmente cada vez más las sociedades, y la educación, por lo antes expuesto, es un elemento indispensable para conseguirlo.

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