Como indicábamos, para que podamos contribuir a la solución
de la actual crisis ambiental se necesitan planteamientos educativos que
superen la adquisición fragmentada de conocimiento, pues resulta fundamental
percibir la compleja interacción de los factores biofísicos, económicos,
políticos o sociales que están implicados.
Además, dado que la problemática
ambiental afecta a la Humanidad, las soluciones tendrán que ser globales. Por
ello, la EADS ha de desempeñar un papel fundamental capacitando a los sujetos
para que adquieran y apliquen conocimientos, actitudes y comportamientos a
favor del entorno tanto en su vida cotidiana como a nivel planetario, pues la
enseñanza solo tiene lugar cuando hay aprendizaje.
Para lograrlo hemos diseñado una estrategia didáctica,
investigativa, de tipo constructivista operacional y crítico (Kincheloe, J.,
2006), basada en la resolución -que no "solución"- de problemas socioambientales
del entorno próximo de los alumnos, que los capacite para actuar sobre ellos
con criterios de sustentabilidad. En consecuencia nuestra propuesta
metodológica recoge los principios anteriormente expuestos.
Pero, aunque el modelo propuesto comprende un
enfoque orientado a la resolución de la problemática socioambiental (Alvarez
et. al, 2002), lleva también implícito mucho más; requiere una aproximación
positiva a la toma de decisiones en régimen cooperativo, un respeto por la
democracia, por las diferentes culturas, y una comprensión por los procesos de
participación. En consecuencia, esta competencia para la acción ha de verse
como un proceso social, ya que es mucho más efectiva cuando tiene lugar a
través del esfuerzo de un grupo.
En este sentido, Lubbers, citado por Alvarez y
Vega (2006), partiendo de la idea de que la cooperación y la interdependencia
entre los componentes del ecosistema producen estabilidad y adaptabilidad en el
mismo, propone el aprendizaje cooperativo “para que nos conduzcamos de forma
consistente con las leyes naturales”.
Por tanto, es muy conveniente que la realización de las
actividades planteadas para resolver estos retos se realicen por equipos y que
al final, en conjunto, expongan y debatan sus propuestas. Ello permite que
todos tomen parte en la discusión, y al mismo tiempo proporciona una amplia
gama de opiniones y de información. La responsabilidad ambiental y social debe
ser asumida de forma individual, pero debe traducirse en acciones hacia lo
colectivo. Se pretende que se actúe como una comunidad que produce y moviliza
su propio conocimiento, y sea consciente de su aprendizaje, con el fin de
actuar sosteniblemente.
El modelo didáctico requiere para su desarrollo una serie de
etapas, que deben estar integradas con las demás actividades en la secuencia de
aprendizajes, que permiten operativizar los distintos aspectos del modelo a
nivel de aplicación (Álvarez y Vega, 2006). Estas etapas son las siguientes:
a. Selección de la
problemática ambiental
Los temas elegidos deben situarse en el entorno próximo del
alumnado y en el contexto de su vida cotidiana y presentarse en un contexto
socio-cultural no sólo con “significado” –que se tengan conocimientos previos
relevantes –, sino también con sentido, pues con ello se reforzará su
implicación y la motivación para el aprendizaje. Además se deben seleccionar
problemas que sean abiertos (diferentes caminos para resolverlos), relevantes,
a nivel local y global, y que favorezcan un debate razonado sobre las
soluciones, usando y relacionando datos y pruebas disponibles de manera
parecida a la práctica científica, pero en una lógica intercultural, esto es,
que está abierta a ser confrontada con otras interpretaciones emergentes de los
contexto culturales de los alumnos.
b. Formulación del problema
Todo problema plantea preguntas, y resolverlo es encontrar
una o varias respuestas. Por eso, es fundamental que sean conscientes de que
existe un problema y reconozcan las preguntas. Pero difícilmente puede
aplicarse una estrategia para resolver una tarea sin conocimientos específicos
sobre ella; y para construir conocimientos es necesaria la interacción y
relación de las ideas nuevas con las ideas previas, entre diferentes formas de
mirar e interpretar la realidad. Este paso se completará con la selección de
los contenidos conceptuales necesarios y el establecimiento de un plan de
trabajo (aunque sea de carácter provisional).
c. Identificación de causas y
consecuencias desde la complejidad
Se ha de adquirir información que
permita identificar causas y consecuencias del problema planteado. Esta
información puede tener diferente origen (Profesor, bibliografía, Internet,
historia oral, etc.) pero, sobre todo, debería proceder de las actividades
realizadas en el propio entorno. En cualquiera de los casos, interaccionará con
las diferentes preconcepciones.
Debemos tener presente que los
problemas socioambientales responden a múltiples factores de diversa
naturaleza: ecológicos, sociales, políticos, económicos, culturales, éticos,
etc. Por eso resulta difícil decidir cuáles son, entre todas, las variables más
determinantes; a ello es a lo que nos referimos habitualmente con expresiones
como “causalidad múltiple” o “complejidad multicausal”.
d. Identificar las condiciones a cambiar desde un análisis
crítico de escenarios múltiples
Probablemente la manera más práctica y
directa de conseguir un aprendizaje es propiciar la participación en proyectos
de mejora del entorno. Serán oportunidades para el entrenamiento en la acción,
suministrando criterios de evaluación y constituyendo experiencias
enriquecedoras. Es decir, para que se desarrollen las capacidades para la
acción, se han de buscar soluciones a los problemas que se generan en el medio
y actuar en consecuencia; si quedan al margen de la “acción social”, la
Educación Ambiental para un Desarrollo Sostenible (EADS) será algo superfluo.
e. Identificar las posibilidades para la acción desde la
perspectiva de un pensamiento crítico
Si se sospecha de que el esfuerzo para
proteger el ambiente tiene poca efectividad y trascendencia, y se percibe una
falta de control personal sobre los acontecimientos y sus resultados,
posiblemente no se intentará mejorar la situación. Por eso, sólo aquellos que
confían en la posibilidad de cambio serán capaces de llevar a cabo acciones
para la conservación. Se trata de definir líneas de actuación que canalicen la
construcción de respuestas. Se inicia así una fase de trabajo larga, en la que
interactúan gran diversidad de informaciones, y en el que se va desarrollando
el complejo proceso de reestructuración del conocimiento.
f. Especificar las
dificultades y las barreras ante el cambio
Es importante considerar la viabilidad
de las propuestas que se plantean realizar (qué obstáculos podemos encontrar en
los procesos de solución), para orientarlas y reconducirlas si fuera preciso.
Implica comprender los problemas, culturales, sociales, económicos y políticos
que pueden limitar o dificultar el deseado cambio ambiental.
g. Establecer prioridades para la acción
Los fines de la sostenibilidad suponen
la aplicación de lo aprendido a situaciones de la vida real. Como esta
capacidad de transferencia no es innata, y el análisis teórico es insuficiente,
la forma más eficaz para consolidar los conocimientos aprendidos será
poniéndolos en práctica. Se han de señalar razonadamente qué acciones son
más urgentes y cuáles son más necesarias a largo plazo, reconociendo los
diferentes niveles de complejidad en las acciones que se pueden emprender.
Selección de acciones apropiadas y sostenibles bajo una
perspectiva de que cuando se hace se conoce y cuando se conoce se
hace
El último paso consistirá en seleccionar las acciones
convenientes y sostenibles, en el marco de la vida y su entorno. Debemos
recordar una importante consideración metodológica: a veces los Profesores/Educadores
olvidan que no siempre es posible ni conveniente encontrar las “soluciones
correctas” a los problemas planteados.
Hay que buscar los distintos aspectos de
una situación y analizarla para resolver una cuestión, puede ser mucho más
importante en la formación educativa que la propia solución. Pero para que sea así
es necesario que se defina previamente las tramas de contenidos que configuran
el trabajo. Una vez llevadas a la práctica las actuaciones sostenibles, se
evaluarán para su posible mejora y para comunicar los resultados obtenidos.
Con esta estrategia metodológica intentamos mostrar la “aplicabilidad” de la EADS a la
resolución de problemas reales y concretos, salvando la distancia entre la
teoría y la práctica (Álvarez, De la Fuente y Vega, 2006).
Así, empleando como
material estimular el relativo a diversas problemáticas ambientales, tales
como: pérdida de biodiversidad, gestión de los residuos sólidos urbanos,
contaminación acústica en el entorno urbano, gestión ambiental del centro
educativo (ecoauditorias escolares), impacto ambiental del turismo, "contaminación
mental" (influencia de la publicidad en el consumo superfluo) y su
repercusión sobre el medio, impacto ambiental del modelo de alimentación
imperante en los países occidentales, la determinación de la “huella ecológica”
personal y de su entorno, la relación pobreza/guerras, la marginalización o
destrucción de culturas no hegemónicas, etc.
Para su desarrollo se divide al alumnado en
grupos pequeños (4-5 alumnos/grupo), a cada uno de los cuales se les
proporciona un texto-resumen sobre la problemática concreta que se va a
“investigar”, los objetivos de la “investigación” y una relación de las
actividades que deben realizar, que giran en torno a un aspecto concreto de la
problemática tratada, y, en su caso, las consideraciones previas que deberán tenerse
en cuenta para llevarlas a cabo.
Tras la realización de las actividades se hace
la puesta en común sobre los resultados obtenidos por cada uno de los grupos,
que incluye la elaboración de un “mapa conceptual” consensuado sobre los
conceptos trabajados y las propuestas de intervención para la “solución” de la
problemática tratada, estableciendo los “indicadores de sostenibilidad” (Vega,
Álvarez, Cañadas, G.R. y De la Fuente, 2005).
En definitiva, se propone un modelo de
actuación educativa con una selección de temáticas socioambientales (que son
problemas complejos, globales y sistémicos) que responden a cuestiones de
su vida diaria, obligan a asumir estilos de vida a favor del medio y además a
adoptar determinados comportamientos personales y sociales.
Las actividades
realizadas por los alumnos de acuerdo con la estrategia didáctica diseñada, se
abordan desde una perspectiva multidisciplinar, mediante
"investigaciones" (Vega y Álvarez, 2006) que conduzcan a la
implantación de un sistema de gestión ambiental del centro que minimicen los
impactos ambientales que, pueden derivarse de sus actividades, asumiendo la
responsabilidad de eliminarlos o reducirlos implantando diversos principios,
basados en la aceptación de los contenidos de la Agenda 21 de la Conferencia
de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD),
contribuyendo así al desarrollo sostenible de nuestro planeta y
mejorando simultáneamente la calidad ambiental, social y cultural de la
comunidad de la que forma parte.
h.
Otras consideraciones
Los planteamientos políticos actuales y su globalización no
están reduciendo la problemática ambiental, ni la pobreza ni la desigualdad,
sino todo lo contrario. El futuro de nuestro planeta está gravemente
comprometido y es urgente, por tanto, detener la degradación irreversible del
medio ambiente. Por ello necesitamos adquirir urgentemente un conocimiento y un
comportamiento “ecológico” que permita desarrollarnos sin crecer más allá de
nuestros límites, desarrollar una nueva cultura intelectual, de consumo y
tecnológica, en la que la educación es una pieza fundamental.
Una eficaz
relación entre educación, pues el conocimiento progresa principalmente por la
capacidad de contextualizar y globalizar, y sostenibilidad es uno de los
desafíos actuales más importantes con el fin de evitar el tener que elegir
soluciones que hacen difícil la supervivencia de nuestro planeta en las
condiciones actuales. El reto de la sustentabilidad es que todos los individuos
y las instituciones actúen cuidando el presente y futuro compartiendo
equitativamente los recursos de los que depende la supervivencia humana y de
las otras especies.
El desarrollo de estrategias metodológicas de tipo
investigativo, basadas en la resolución de problemáticas ambientales tienen un
gran interés para la transformación de las actitudes, conocimientos
conceptuales y comportamientos de la comunidad educativa para actuar
sustentablemente. Además, la mayoría de las temáticas utilizadas, conllevan un
componente educativo que introduce los contenidos de la gestión sostenible en
el currículo y permiten unir la práctica y la enseñanza de la sostenibilidad.
No sólo se consigue la mejora ambiental de las infraestructuras y servicios,
sino que se potencian propuestas didácticas participativas, buscando la
coherencia entre planteamientos sustentables, su fundamentación teórica y la
práctica educativa, pues en ellas la sostenibilidad se aborda desde una
perspectiva social –relación consumo/pobreza, solidaridad/diversidad
cultural,.. -y ambiental –consumo energético, de agua, ruido, biodiversidad,
etc. -por ser indisociables, como así se reconoce en los documentos de trabajo
diseñados y puestos en práctica (Agenda 21 para un campus sostenible).
Este
modelo educativo de tipo constructivista crítico propicia un proceso de
enseñanza-aprendizaje global, permite
integrar y reelaborar los conocimientos
dispersos para adaptarlos a una realidad compleja y “glocal”.
El enfoque "glocal" relaciona los fenómenos más
próximos a nuestro entorno –local-, con los más alejados pero que nos influyen
–global-. En definitiva, la estrategia metodológica propuesta, para actuar
sustentablemente, produce una mejora significativa en los comportamientos “pro ambientales”
que implica reconocer la importancia de la diversidad cultural como un factor
determinante para la sostenibilidad del planeta.
Todo ello favorece la consideración de la realidad
socioambiental como un sistema de elementos interrelacionados, en los que
podemos incidir a nivel individual y colectivo –corresponsabilidad- para
transformarla. Permite conocer las causas, las consecuencias de la problemática
socioambiental local y global, y principalmente actuar con “buenas prácticas
sostenibles” para reducir la huella ecológica, pues la biosfera será
sostenible si es ecológicamente sana, económicamente factible y socialmente
justa y para conseguirlo se necesitan ciudadanos informados y organizados,
capaces de tomar decisiones correctas para resolver las complejas situaciones a
las que se enfrentan actualmente cada vez más las sociedades, y la educación,
por lo antes expuesto, es un elemento indispensable para conseguirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
MUY BUENA