El acelerado crecimiento
económico en los países desarrollados ha determinado una fuerte presión sobre
la disponibilidad de recursos ambientales. Sin embargo, un menor grado de
desarrollo económico no ha significado un ambiente menos degradado. Es así que
muchos problemas ambientales, tanto de contaminación como de degradación de
recursos naturales, han alcanzado niveles críticos en algunos países en vías de
desarrollo.
Este es el caso de la contaminación del aire en ciudades como México, Santiago
de Chile y Sao Paulo, o la erosión de suelos en Nepal, Indonesia y en la
vertiente oriental de los Andes. Ello ocurre así porque el deterioro ambiental
no resulta sólo debido al crecimiento económico, sino que también la pobreza
resultante de la ausencia de desarrollo económico es uno de los factores que
contribuye a la agudización de los problemas ambientales.
Es por ello que, en el caso de
los países pobres, sería absurdo plantear que se detenga el crecimiento
económico ya que sin éste no habría desarrollo económico ni conservación de los
recursos ambientales. Esta constatación ha hecho surgir la idea de que nuestros
países requieren un estilo de desarrollo sostenible, en donde el ritmo y forma
de explotación de los recursos ambientales sea tal que no haga peligrar la
satisfacción de necesidades de las generaciones futuras.
Figura. Imagen de Afrodita, la diosa griega de la lujuria sexual.
La definición más "popular" de desarrollo sostenible es la aportada
por la Comisión Brundtland, según la cual "el desarrollo es sostenible
cuando es capaz de satisfacer las necesidades de la presente generación sin
comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus
propias necesidades". Esta definición, empero, no está exenta de críticas.
Lelé (1991) llama la atención sobre el hecho que el desarrollo sostenible puede
interpretarse como un proceso en donde el crecimiento económico es indefinido,
lo cual no es coherente con la idea de que existen límites a la explotación de
los recursos ambientales. Sin embargo, desde el punto de vista económico podría
argumentarse que el incremento del ingreso nacional no necesariamente requiere
una mayor utilización de recursos físicos. El problema es que no está claro si
este proceso puede sostenerse en forma indefinida.
Tudela (1992) observa que "las necesidades de la presente generación"
constituyen una realidad compleja e histórica cargada de ideología y de
cultura, que obedece a múltiples determinaciones y varía en función de los
países y de los grupos sociales de que se trate. Esta crítica cuestiona el
hecho que la definición de la Comisión Brundtland enfatiza en la equidad
intergeneracional en detrimento de los problemas de desigualdad
intrageneracional.
Por otra parte, es sumamente
difícil determinar cuáles serán las necesidades de las generaciones venideras.
Más aún cuando un problema que subyace en esta crítica es que si se acepta el
objetivo de equidad intrageneracional con el objetivo de que los países pobres
alcancen el nivel de las condiciones de vida de la población de los países
desarrollados, la presión sobre los recursos naturales y el medio ambiente del
planeta sería insostenible sin ninguna duda.
Esto significa que los estilos de
vida y las características tecnológicas de los países desarrollados sólo son
viables en tanto sigan siendo minoritarios.
Pero aún si éste no fuera el
caso, en muchos casos particulares podría existir contraposición entre los
objetivos de sostenibilidad ecológica y objetivos de desarrollo, claves como
satisfacción de necesidades básicas.
Los países con mayor densidad poblacional
y bajo nivel de desarrollo presentan mayor probabilidad de enfrentar este tipo
de problema. Un ejemplo de la contraposición aludida podría ser el uso de
productos químicos en la agricultura para incrementar la producción de
alimentos, lo que al mismo tiempo tiende a contaminar suelos y aguas.
Aunque, desde el punto de vista económico, puede sostenerse que la degradación
ambiental debería tolerarse en la medida que los beneficios de las actividades
que originan degradación, sean mayores que los costos ambientales (Pearce,
1990); en una aplicación estricta del concepto de conservación del acervo de
capital natural no se utilizarían los agroquímicos aun cuando los beneficios
económicos de usarlos fuesen mayores que los costos.
El concepto de permanencia del
acervo (stock) de capital natural ha sido desarrollado por Pearce y asociados,
en un esfuerzo por operacionalizar el concepto de desarrollo sostenible. Así,
una condición mínima para que el desarrollo sea sostenible, sería que el stock
de capital natural no disminuya con el tiempo.
"El acervo de capital natural (...) es el stock de todos los activos
ambientales y de recursos naturales, del petróleo en el subsuelo, la calidad
del suelo y el agua subterránea; del acervo de peces en los océanos; de la
capacidad del globo de reciclar y absorber carbono. Sin embargo, aquí subsiste
el problema de que con una población creciente un stock de capital natural fijo
implica un decreciente stock de capital natural per cápita".

Dixon y Fallon (1991) distinguen
entre el concepto físico de la sostenibilidad y el concepto socioeconómico. En
un concepto físico, la sostenibilidad estaría referida a la explotación de los
recursos renovables a una tasa tal que el acervo disponible del recurso se
mantenga constante.
En otras palabras, la tasa de
"cosecha" del recurso debería ser igual a su tasa de crecimiento. Un
enfoque un poco más amplio, pero siempre referido a lo físico, plantea la
sostenibilidad al nivel de ecosistemas.
En este enfoque, las interacciones que
se producen en el sistema pueden determinar que aquello que podría haberse
considerado como manejo sostenible para un recurso individual resulte
insostenible para el todo.
Las críticas que se han reseñado evidencian las dificultades para
operacionalizar el concepto de sostenibilidad bajo criterios económicos, lo que
limita su utilidad como guía práctica para la toma de decisiones de desarrollo,
posibilitando que los juicios "subjetivos" de valor puedan ser más
importantes para tales decisiones que los criterios "objetivos" de
tipo económico.
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