sábado, 9 de julio de 2016

CONCEPTO DE DESARROLLO SOSTENIBLE

El acelerado crecimiento económico en los países desarrollados ha determinado una fuerte presión sobre la disponibilidad de recursos ambientales. Sin embargo, un menor grado de desarrollo económico no ha significado un ambiente menos degradado. Es así que muchos problemas ambientales, tanto de contaminación como de degradación de recursos naturales, han alcanzado niveles críticos en algunos países en vías de desarrollo.

Este es el caso de la contaminación del aire en ciudades como México, Santiago de Chile y Sao Paulo, o la erosión de suelos en Nepal, Indonesia y en la vertiente oriental de los Andes. Ello ocurre así porque el deterioro ambiental no resulta sólo debido al crecimiento económico, sino que también la pobreza resultante de la ausencia de desarrollo económico es uno de los factores que contribuye a la agudización de los problemas ambientales.

 Es por ello que, en el caso de los países pobres, sería absurdo plantear que se detenga el crecimiento económico ya que sin éste no habría desarrollo económico ni conservación de los recursos ambientales. Esta constatación ha hecho surgir la idea de que nuestros países requieren un estilo de desarrollo sostenible, en donde el ritmo y forma de explotación de los recursos ambientales sea tal que no haga peligrar la satisfacción de necesidades de las generaciones futuras.


Figura. Imagen de Afrodita,  la diosa  griega de la lujuria sexual.

La definición más "popular" de desarrollo sostenible es la aportada por la Comisión Brundtland, según la cual "el desarrollo es sostenible cuando es capaz de satisfacer las necesidades de la presente generación sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades". Esta definición, empero, no está exenta de críticas.


Lelé (1991) llama la atención sobre el hecho que el desarrollo sostenible puede interpretarse como un proceso en donde el crecimiento económico es indefinido, lo cual no es coherente con la idea de que existen límites a la explotación de los recursos ambientales. Sin embargo, desde el punto de vista económico podría argumentarse que el incremento del ingreso nacional no necesariamente requiere una mayor utilización de recursos físicos. El problema es que no está claro si este proceso puede sostenerse en forma indefinida.


Tudela (1992) observa que "las necesidades de la presente generación" constituyen una realidad compleja e histórica cargada de ideología y de cultura, que obedece a múltiples determinaciones y varía en función de los países y de los grupos sociales de que se trate. Esta crítica cuestiona el hecho que la definición de la Comisión Brundtland enfatiza en la equidad intergeneracional en detrimento de los problemas de desigualdad intrageneracional.

Por otra parte, es sumamente difícil determinar cuáles serán las necesidades de las generaciones venideras. Más aún cuando un problema que subyace en esta crítica es que si se acepta el objetivo de equidad intrageneracional con el objetivo de que los países pobres alcancen el nivel de las condiciones de vida de la población de los países desarrollados, la presión sobre los recursos naturales y el medio ambiente del planeta sería insostenible sin ninguna duda.

Esto significa que los estilos de vida y las características tecnológicas de los países desarrollados sólo son viables en tanto sigan siendo minoritarios.

Pero aún si éste no fuera el caso, en muchos casos particulares podría existir contraposición entre los objetivos de sostenibilidad ecológica y objetivos de desarrollo, claves como satisfacción de necesidades básicas. 

Los países con mayor densidad poblacional y bajo nivel de desarrollo presentan mayor probabilidad de enfrentar este tipo de problema. Un ejemplo de la contraposición aludida podría ser el uso de productos químicos en la agricultura para incrementar la producción de alimentos, lo que al mismo tiempo tiende a contaminar suelos y aguas.

Aunque, desde el punto de vista económico, puede sostenerse que la degradación ambiental debería tolerarse en la medida que los beneficios de las actividades que originan degradación, sean mayores que los costos ambientales (Pearce, 1990); en una aplicación estricta del concepto de conservación del acervo de capital natural no se utilizarían los agroquímicos aun cuando los beneficios económicos de usarlos fuesen mayores que los costos.

El concepto de permanencia del acervo (stock) de capital natural ha sido desarrollado por Pearce y asociados, en un esfuerzo por operacionalizar el concepto de desarrollo sostenible. Así, una condición mínima para que el desarrollo sea sostenible, sería que el stock de capital natural no disminuya con el tiempo.

"El acervo de capital natural (...) es el stock de todos los activos ambientales y de recursos naturales, del petróleo en el subsuelo, la calidad del suelo y el agua subterránea; del acervo de peces en los océanos; de la capacidad del globo de reciclar y absorber carbono. Sin embargo, aquí subsiste el problema de que con una población creciente un stock de capital natural fijo implica un decreciente stock de capital natural per cápita".


Dixon y Fallon (1991) distinguen entre el concepto físico de la sostenibilidad y el concepto socioeconómico. En un concepto físico, la sostenibilidad estaría referida a la explotación de los recursos renovables a una tasa tal que el acervo disponible del recurso se mantenga constante.

En otras palabras, la tasa de "cosecha" del recurso debería ser igual a su tasa de crecimiento. Un enfoque un poco más amplio, pero siempre referido a lo físico, plantea la sostenibilidad al nivel de ecosistemas. 

En este enfoque, las interacciones que se producen en el sistema pueden determinar que aquello que podría haberse considerado como manejo sostenible para un recurso individual resulte insostenible para el todo.



Las críticas que se han reseñado evidencian las dificultades para operacionalizar el concepto de sostenibilidad bajo criterios económicos, lo que limita su utilidad como guía práctica para la toma de decisiones de desarrollo, posibilitando que los juicios "subjetivos" de valor puedan ser más importantes para tales decisiones que los criterios "objetivos" de tipo económico.

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