sábado, 18 de junio de 2016

EDUCACIÓN Y LA NO FORMAL


Hemos hecho un diagnóstico de la situación, seguido de unas consideraciones generales que nos permiten ir vislumbrando en qué problemas y con qué criterios podemos centrar nuestra acción educativo-ambiental. Pero es bien cierto que ésta no puede quedarse en una simple denuncia o análisis de las situaciones de desequilibrio que padece el planeta, ni siquiera en el enunciado de nuevos planteamientos que orienten sobre las transformaciones necesarias para “virar” nuestra trayectoria sobre él. 

Se requiere algo más: propuestas de tipo alternativo que nos permitan no sólo vislumbrar, sino ensayar y “tocar” nuevos comportamientos y formas de vida más acordes con el equilibrio ecológico y la solidaridad inter e intrageneracional.

Desde esta perspectiva, algunas formulaciones pueden orientar nuestra tarea educativa:

§  Armonía entre los seres humanos y entre éstos con otras formas de vida. Pareciera que ambos planteamientos difieren y, sin embargo, en la práctica no sólo son complementarios sino que se requieren el uno al otro para su realización. En efecto, no es posible la solidaridad con la naturaleza, con el resto del mundo vivo, si de un modo coincidente los seres humanos no nos planteamos de forma radical y profunda la solidaridad intraespecífica.

El problema es, seguramente, por dónde empezar, y cómo plantear esta visión alternativa (la de dos tipos de armonía que se suponen y realimentan) desde la E.A. En este punto conviene decir que, como siempre, los caminos son abiertos y las posibilidades diversas. Seguramente para algunos grupos de corte conservacionista, será más fácil comenzar por la práctica de la “fusión” del ser humano con la naturaleza para, desde ahí, intentar favorecer esa misma fusión con sus coetáneos. 

Para otros grupos, que trabajan más centrados en el campo del desarrollo, el camino puede ser inverso. Pero lo esencial es que unos y otros han de establecer puntos de convergencia que permitan que la E.A., en su conjunto, aparezca como un movimiento integrador que plantee como alternativa la de un mundo de solidaridad intra e inter específica.

§  Profundización en la idea de “calidad de vida”, abandonando definitivamente su falsa identificación con el “nivel de vida” que, medido a través de indicadores cuantitativos, no alcanza a dar cuenta de toda la riqueza y matices que serían necesarios. Calidad de vida entendida desde la perspectiva de “ser más” y no desde la de “tener más”, orientada fundamentalmente a la recuperación de los valores esenciales para la felicidad humana (armonía y equilibrio en el uso del entorno, en las relaciones con los otros, en el desempeño de las propias tareas, en la organización de los núcleos familiares, sociales, etc.).

§  Mayor conciencia en la conducta personal y social sobre el uso de los recursos, replanteando, desde el Norte, el concepto de “necesidades” (que frecuentemente se identifica con lujos innecesarios) y ayudando a las comunidades del Sur a definir sus necesidades no por la imitación de los patrones consumistas del Norte, sino de acuerdo a nuevos esquemas interpretativos en los que definitivamente se abandone el hedonismo consumista y se rescaten los viejos y permanentes valores de la comunicación, la creatividad, la vivencia del entorno natural, etc., como elementos sustantivos de la felicidad humana. 

   Bien entendido que para adoptar estos valores se requiere tener satisfechas las necesidades básicas esenciales (alimento, vivienda, educación, trabajo, etc.), pero que en su mera satisfacción no deben considerarse cubiertos los requerimientos de una verdadera calidad de vida, aunque a veces las sociedades consumistas del Norte parecieran convencernos de ello.

En sí, la Educación Ambiental No Formal, dentro del sistema, cumple un papel complementario esencial a la Educación Ambiental Formal, en la prevención, defensa y mejoramiento del ambiente, dirigido tanto a una población escolarizada como no escolarizada involucradas en actividades de desarrollo social, académico, político y cultural de la colectividad. La Educación Ambiental No Formal se determina en consecuencia por la realidad de vida de la gente y por su participación por mejores condiciones y calidad de vida.


Finalmente, la Educación Ambiental no Formal, por sus propias características, es la transmisión, sea planificada o no, de conocimientos, aptitudes y valores ambientales, fuera del Sistema Educativo institucional, que conlleve la adopción de actitudes positivas hacia el medio natural y social, que se traduzcan en acciones de cuidado y respeto por la diversidad biológica y cultural, y que fomenten la solidaridad intra e intergubernamental.

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