Cada generación recibe una agregación de cambios pasados, aumentados o reducidos, y ellos pasan a la generación siguiente un mundo cambiado por ellos mismos todavía más. La naturaleza también produce cambios. Me pregunto si ¿los seres humanos podemos influenciar en algunos de estos cambios, modificar su ritmo o dirección, pero: podemos darles el alto?; por otro lado: ¿se puede elegir siempre el sentido de dichos cambios?. La Naturaleza misma es cambio. Y este cambio todo lo gobierna.
Es en la última década de este siglo que se evidencia una evolución en la percepción de las relaciones entre sociedad y naturaleza Se observan “indicadores” como la explosión demográfica, los problemas atmosféricos, sociales y político, etc. El futuro ya no es lo que solía ser, se ha vuelto mucho más incierto a la vez que más cercano. Existe una incertidumbre “fundamental” sobre el futuro de la humanidad como cultura y como especie. La Vida Humana sigue siendo hoy paradójicamente, apreciada y amenazada de muchas maneras. Simultáneamente al crecimiento que experimentan las ciencias y la técnica, la vida humana, en su dignidad - en tanto el hombre es y existe - se ve seriamente amenazada.
También se ha producido una evolución de la concepción de futuro: la probabilidad de error en estos momentos aterra a la humanidad. Parece, a decir de Eco, que estuviéramos reescribiendo el Apocalipsis de San Juan… “No ya, pues, las siete trompetas, y el pedrisco y el mar que se convierte en sangre … sino el multiplicarse de los depósitos nucleares incontrolados e incontrolables, y las lluvias ácidas, y los bosques del Amazonas que desaparecen, y el agujero de ozono, y las migraciones de hordas de desheredados que acuden a llamar, a veces con violencia, a las puertas del bienestar, y el hambre de continentes enteros, y nuevas e incurables pestilencias, y la destrucción interesada del suelo, y los climas que se modifican, y los glaciares que se deshielan, y la ingeniería genética que construirá nuestros replicantes, y según el ecologismo místico, el necesario suicidio de la humanidad entera, que tendrá que perecer para salvar a la especie que casi se ha destruido, la madre Gea a la que ha desnaturalizado y sofocado.”
Todo esto forma un Apocalipsis que ya no es místico sino laico, científico y secular. Y es el carácter científico que toma este Apocalipsis el que vuelve todavía más espantosas y realizables las fantasías del pasado. También ha cambiado el “sentido” del Apocalipsis. Ha dejado de ser salvador. Nótese las tensiones que se entrevén en estas líneas. Los extremos halan de nuestro razonamiento. La realidad muestra la increíble paradoja: la sostenibilidad actual se basa en el esfuerzo de una gran mayoría para sustentar a la “gran” minoría. Esta actitud moral considera que unos cuantos tienen derecho a usar los recursos disponibles. Es por eso que se llega a una crisis ambiental.
Ambiental y no ecológica: hay millones de personas sin alimento, sin patria, sin cultura, sin ser… hay millones de personas que se limitan a estar en un territorio… Simultáneamente existe el temor a perder el control de los mecanismos sociales en el corto plazo, para luego sufrir una debacle financiera en el mediano y largo plazo.
Ambiental y no ecológica: hay millones de personas sin alimento, sin patria, sin cultura, sin ser… hay millones de personas que se limitan a estar en un territorio… Simultáneamente existe el temor a perder el control de los mecanismos sociales en el corto plazo, para luego sufrir una debacle financiera en el mediano y largo plazo.
¿Qué bases éticas han sustentado tal transculturación, la caída de la historia, el despojamiento de los valores éticos autónomos y la introducción de una moral heterónoma, la globalización como sucursalización del mercado, que a su vez necesita de lo anterior… Es imposible sostener en el tiempo una moral heterónoma, - impuesta, prestada, importada - sencillamente porque así no se puede constituir una moralidad genuina.
Respecto a la profunda crisis ambiental, dice Novo, M (2001): “Hemos creído engañosamente que podríamos ser nosotros mismos en cualquier circunstancia y condición, pero la Naturaleza, como un inmenso espejo cóncavo, nos ha devuelto los efectos de nuestras acciones, demostrándonos la imposibilidad de seguir alterando el equilibrio de los ecosistemas a riesgo de nuestra propia supervivencia como especie”.
¿Y los intereses de los individuos que componen la sociedad? pues tendremos que realizar un viraje: “asumir una política y un estilo de vida positivo respecto al medio ambiente - positivo en el sentido de preservar la integridad ecológica del planeta -”… tal objetivo sólo es posible si nuestras vidas son íntegras y sanas, si nuestras ambiciones van más allá de nosotros mismos y buscan el bienestar del colectivo humano y del medio ambiente. La realización y evolución de cada individuo es imprescindible para el bienestar ambiental de la Tierra. Así queda planteado el viejo reto de la filosofía política: la realización de fines comunes en una sociedad, esta vez perteneciente a un mundo en donde prima lo individual: ¿cómo articular intereses comunes con intereses individuales? Quedaría planteado un espacio de tensión entre restricciones y libertades de vivir en sociedad.
¿Cuáles deben ser las relaciones correctas entre el Hombre y la Naturaleza? Relegado a un segundo plano como cuestión epistemológica, pareciera que la Naturaleza vuelve con su fuerza normativa a proponernos lo que durante siglos fuera improponible. Lo que observamos que ocurre en el ambiente (natural y social) lleva a replantearnos nuestra cultura. Así es cómo La naturaleza se redimensiona, adquiriendo nuevo valor, a partir de la angustia que genera lo imprevisible que se tornan las cuestiones ambientales y bioéticas que han comenzado a atormentar a la humanidad, en su duración como especie, en tiempo y espacio; en su calidad de vida, fundamentalmente la de los más débiles -niños, ancianos, sin voz ni voto-, y los que todavía no son: las generaciones futuras, con las cuales la humanidad ha trazado el puente del compromiso, y en su calidad de especie tal cual la conocemos hoy…Otra vez los extremos se presentarán en forma de nihilismo irracional o del mesianismo al que tanto teme. Cabrera (2002).
¿Tiene la Naturaleza Derechos? ¿Puede considerársela como sujeto moral? ¿Puede rechazarse o desecharse la ética de la naturaleza porque es totalmente “irrelevante” para tratar los problemas ambientales, que debieran tratarse entonces desde las disciplinas que lo estudian? Y entre ambos extremos ¿podemos encontrar el plano del laberinto? Las dificultades para resolver los problemas de la magnitud de los ambientales, estriban en el reconocimiento probable y posible de los demás y el entendimiento, en tiempos en que las relaciones personales se resuelven en relaciones contractuales: fragmentadas por la subjetividad, y vividas en el marco de una era posnacional, una economía globalizada, que penetra todos los ámbitos y modelos. Subjetividad, que en estos tiempos de la llamada “posmodernidad”, encubren un individualismo impuesto por una economía a la cual sostiene.
Si bien se insiste en que hay que pensar globalmente y actuar localmente, las fronteras parecen desdibujarse y lo global la más de las veces y para la gran mayoría se presenta totalmente difuso. Como difusos se han tornado los vínculos con el medio ambiente. De igual manera, la idea de lo comunitario parece haberse reducido a una representación dada en la intimidad. Paradójicamente, en la aldea global, “el único espacio para una relación cara a cara, intercambio cercano y tangible con el otro, es la intersección con el otro más próximo, en el diálogo concreto y palpable, en una relación que contiene representaciones acerca de las cosas, en la que se articula y alude, en la que - desde el diálogo - aparece la representación de lo otro: lo general, las instituciones, lo que es dable esperar de ellas, o lo que, aunque éstas no lo brinden, resulta exigible; las expectativas y las comparaciones. Los pequeños mundos privados de la intersección, la cuadra, la esquina, la escuela, son la adherencia y lo otro es el condicionamiento que está pero lejos, que no puede tocarse”
Se da otra paradoja. Simultáneamente, y por momentos oponiéndose a la búsqueda de todo Homo de su “humanidad”, de su propio crecimiento subjetivo, de su peregrinaje por la vida en busca de sí mismo y de su reconocimiento por parte de los otros (que de eso se trata en parte la moral y la ética), el ser humano se enfrenta a su propia decadencia, en donde todas las cosas parecen tener sólo un valor: el de cambio. La reducción de todas las cosas a su valor de cambio - dice Ballesteros - parece eliminar todos los valores permanentes como el de la dignidad humana; ¿hemos perdido realmente el sentido de la trascendencia?. Las diferencias vitales suprimidas por la economía y el control o supresión de instituciones donde se realizan otros valores diferentes de la utilidad y el economicismo generalizado han demostrado ya ser una grave amenaza para la riqueza del patrimonio biológico de nuestra especie. La educación -formal y no formal-, está llamada a jugar un papel muy importante, por su papel de extensión a la comunidad.
La Universidad es una de las instituciones, justamente por Universal que puede unir lo local con lo global, y ser un puente entre el conocimiento científico y la comunidad. La universalidad confiere la capacidad de ver los problemas del otro, otras formas de solucionar conflictos, y quita el acento en “la sola realidad local”, permitiendo establecer relaciones con lo “otro”, que por ser conocido y compartir un espacio en común deja de ser “enemigo” aunque sea potencialmente, para pasar a ser potencialmente aliado, amigo. Además, se comparten, cuando hay tiempo - considérese que la Universidad también es víctima de esta problemática -, distintos quehaceres, distintas formaciones y objetivos. La comunidad universitaria, y la comunidad científica - de alguna forma integrada y/o vinculada a la anterior - tienen como misión integrar lo global y lo local, porque justamente en sus características esta realidad se encuentra ínsita. Esto urge en estos tiempos de “guerra” por los recursos naturales, cuando no humanos.
Es conveniente comenzar por reconocer los principios de valor general aplicables a los problemas suscitados en el ambiente en la nueva realidad de internacionalidad de las cuestiones sociales, económicas, culturales y ambientales. En esta nueva realidad, los Estados se convierten en “agentes sociales” de la comunidad internacional. Su “Deber Ser” se manifestaría en la modificación del interés Nacional en post de su deber de Tutela del Ambiente Común, que corresponde a la comunidad Internacional. Por esta razón, los países pueden ampararse en los Convenios y Pactos internacionales, de defienden tanto la biodiversidad en el sentido de ser patrimonio de la humanidad, como la importante dimensión social que ahora presenta el ambiente: “Interés común de la Humanidad”. Es conveniente aclarar que ese deber ser viene impuesto no solamente por lo que se sabe sino por lo que no se sabe. Podría llamarse a este principio, el del deber ser de la ignorancia.
El principio de “Sociabilidad” del Bien Común, impone a los Estados un comportamiento para tutelar y mejorar la calidad del ambiente, su salubridad, la protección de la salud de los ciudadanos y realizar el bien de la humanidad. Por su parte, el principio de Responsabilidad, busca la realización de una ética pública de inspiración weberiana que se apoya en el principio de subsidiariedad.
La extensión del ámbito moral a las cuestiones ambientales, surge a partir de los ´60, época en la que se instala el debate sobre la environmental philosophy de la tradición anglosajona, referida a ir más allá de las relaciones interhumanas. La pregunta era acerca de si sólo los humanos tienen derecho a considerarse morales. Habitualmente, se critica la ética antropocéntrica en todas sus variantes por hacer del hombre su último (único) compromiso. Es importante reconocer que cualquiera sea la alternativa filosófica tendrá implicancias políticas. Esto es así porque de ella depende la forma de ver y luego resolver los problemas. Según la perspectiva, incluso pueden “no existir” determinados problemas.
El desarrollo de la Ecología, sumado a la perturbadora perspectiva técnica y científica ha impuesto un cambio en la percepción de la Naturaleza. Esto trae un debate: cuando defendemos derechos: ¿son de los individuos, de la sociedad o del ambiente? Entre las posturas prevalecientes, las más importantes, dentro de las cuales se encuentran diferentes variantes, son: la Ética Ecologista, Ecología Profunda o Deep Ecology, que reconoce los derechos de la Naturaleza. Se basa en la heurística del temor, igual que la ética de la responsabilidad de Hans, J. citado por Calvo, S. y Gutierrez, J. (2006), pero asumiendo que los comportamientos humanos respecto del ambiente deben ser sometidos a las leyes de la naturaleza, que son imposibles de infringir sin consecuencias en el Orden Natural.
Esta perspectiva requiere adhesión y sumisión -incorporación- a la naturaleza, y en consecuencia el desvinculamiento de las promesas de Prometeo, dejar de ser Dioses… (El titán Prometeo trae a los hombres ocultos en un bastón hueco, en una rama de hinojo, el fuego que ha robado a los dioses. Este acto es considerado sacrilegio, robo, engaño a los dioses. Los dioses tienen el privilegio de satisfacer todos sus deseos, deseos a los que la criatura humana debe renunciar.
La conquista del fuego es una afrenta a lo sagrado, pues es sustraído y escondido en un tubo, símbolo del poder. Y así, lo que antes podían los dioses, el dominio y la conquista de los cielos y de la tierra (la naturaleza), está en manos también de los hombres... El tener y hacer cada vez más, para asemejarse a los Dioses. Los deseos se renuevan a diario, y nunca se terminarán de satisfacer, así como el instinto, sea el que sea, una vez calmado vuelve al poco tiempo a necesitar ser satisfecho. La grave osadía del Titán debe ser castigada. El culpable Prometeo es encadenado en una peña y un buitre le roe diariamente el hígado, que por las noches se regenera.
El hígado, para los antiguos, era el asiento de todas las pasiones y los deseos, ¿la ambición? El ave, ¿no representará una actitud vindicativa de la naturaleza, atacando y castrando al delincuente instintivo en el “corazón” de su delito? Heracles mata con sus flechas al ave, y libera a Prometeo. Este revela a Zeus un secreto: que no se case con Tetis, porque ésta engendrará hijos más poderosos que su esposo. Esta es una condensación de la misma temática: “ y seréis como dioses”...El aspecto de la inmortalidad está representado por Quirón, que herido accidentalmente por Heracles, y no pudiendo ser curado, renuncia a la inmortalidad en favor de Prometeo, quien la acepta. Es el refuerzo o la condensación a la insatisfacción eterna de la ambición. De la desmedida codicia de ser como dioses en el saber, en la posibilidad de satisfacer los deseos, de tener poder sobre todas las otras criaturas: “y seréis como dioses”...) ¿cómo? Si desde su origen, “La profanación de la naturaleza y la civilización de si mismo van juntas”. “El hombre es el creador de su vida como vida humana; somete las circunstancias a su voluntad y necesidades, y excepto ante la muerte nunca se encuentra inerme” (idem).
El hígado, para los antiguos, era el asiento de todas las pasiones y los deseos, ¿la ambición? El ave, ¿no representará una actitud vindicativa de la naturaleza, atacando y castrando al delincuente instintivo en el “corazón” de su delito? Heracles mata con sus flechas al ave, y libera a Prometeo. Este revela a Zeus un secreto: que no se case con Tetis, porque ésta engendrará hijos más poderosos que su esposo. Esta es una condensación de la misma temática: “ y seréis como dioses”...El aspecto de la inmortalidad está representado por Quirón, que herido accidentalmente por Heracles, y no pudiendo ser curado, renuncia a la inmortalidad en favor de Prometeo, quien la acepta. Es el refuerzo o la condensación a la insatisfacción eterna de la ambición. De la desmedida codicia de ser como dioses en el saber, en la posibilidad de satisfacer los deseos, de tener poder sobre todas las otras criaturas: “y seréis como dioses”...) ¿cómo? Si desde su origen, “La profanación de la naturaleza y la civilización de si mismo van juntas”. “El hombre es el creador de su vida como vida humana; somete las circunstancias a su voluntad y necesidades, y excepto ante la muerte nunca se encuentra inerme” (idem).
El hecho de que la Ecología Profunda parta de un igualitarismo de las especies la hace incompatible con la declaración de derechos para el ser humano: desde esta posición la naturaleza no es recurso simple y llano sino el único verdadero sujeto. De situarse dentro de esta postura, la crisis ambiental sería un merecido castigo a la mala gestión de los recursos naturales. Con esta orientación, tampoco importaría la educación ambiental. Al respecto podría citarse lo que dice Bellver, V. (1999) acerca de la ecología profunda: “La noción de ser persona, tanto humano como divino, se disuelve en la naturaleza, con lo que se llega a un panteísmo naturalista y a la eventual justificación de medidas atentatorias contra los seres humanos, siempre que resulten necesarias para el equilibrio del ecosistema, ya que el hombre deja de ser un fin en sí mismo”.
Para quienes sostienen esta ética, el conocimiento de la Ecología constituye importante información para elecciones racionales en materia ambiental, pero dicha información no se agota aquí. La ecología se constituye en la base de un nuevo derecho natural que vale no sólo para los ecosistemas sino también para las comunidades humanas. La crisis ambiental actual ha violado el derecho natural, por haber violado las leyes propias de la ecología. Uno de los pioneros de la Ética Ecologista, Aldo Leopold, citado por Meira, P. (2003), sostiene que sólo la expansión moral hasta incluir el respeto por la tierra puede encontrar la solución adecuada para garantizar la supervivencia del hombre sobre el planeta. Cabe notar la contradicción: desde esta óptica: ¿es importante realmente la supervivencia del hombre sobre el planeta? ¿Acaso no se han extinguido los Dinosaurios y tantas otras especies por causas naturales? Y en última instancia, el hombre, no se habrá extinguido ya? No seremos supérstites del anterior homo sapiens?
Sus seguidores, coherentes con su reconocimiento de la soberanía de las leyes naturales ecológicas, llegan incluso a negar que el hombre mismo sea parte de la naturaleza, considerándolo como un depredador irrespetuoso del equilibrio ecológico, ya que se basa en la superioridad del Ecosistema como un todo (holismo) frente a los derechos de la persona (ecosistema como parte), debido al valor intrínseco de todo ser vivo… llega incluso hasta los minerales.
En la antítesis de esta posición, se encontraría un Rechazo a la Ética, por parte de quienes sostienen que la ética es totalmente irrelevante para solucionar los problemas ambientales. Sostiene que la bioética no tiene ingerencia en los asuntos ambientales. Considera que la ecología no puede establecer normas ético-sociales ni condicionar las decisiones políticas en materia ambiental. Incluso acusa a la bioética de generar confusión, cuando dentro de la sociedad misma están presentes las soluciones para la corrección, debido al “instinto de la sociedad” que produce la solución espontánea; y este sería un proceso que debe evolucionar naturalmente, sin la intervención de los juicios morales que a la vez que impropios, por ser intenciones morales de la gente, pueden impedir el libre desarrollo de estas fuerzas y pueden provocar efectos no esperados y perversos.
Tal el discurso, parece más un cuidado de la economía que de los procesos ambientales, y es fácil notar aquí también una falacia: ¿están encubriendo intereses económicos detrás de su discurso?. Los problemas ambientales, para las posturas más radicalizadas, nada tienen que ver con la ética. La niegan, y por lo tanto prima la organización económica y social sobre los vínculos interactivos entre sociedad y naturaleza.
Reconocer dicha implicancia llevaría a la pérdida de control y posterior declinación económica. No cabría un derecho a la biodiversidad, y tampoco se tendrían en cuenta las generaciones futuras. Esta postura desprotege por lo tanto a quienes precisamente no están en condiciones de valerse por sí mismos, o requieren del cuidado o responsabilidad ajenos. Entre otros, los que no tienen voz, voto (o ninguno), y las generaciones futuras. Pero no hay que engañarse: tampoco los reconoce la Ecología Profunda (deep ecology). Parece desconocer, incluso, la igualdad entre los hombres -igualdad en todos sus aspectos-.
Tal el discurso, parece más un cuidado de la economía que de los procesos ambientales, y es fácil notar aquí también una falacia: ¿están encubriendo intereses económicos detrás de su discurso?. Los problemas ambientales, para las posturas más radicalizadas, nada tienen que ver con la ética. La niegan, y por lo tanto prima la organización económica y social sobre los vínculos interactivos entre sociedad y naturaleza.
Reconocer dicha implicancia llevaría a la pérdida de control y posterior declinación económica. No cabría un derecho a la biodiversidad, y tampoco se tendrían en cuenta las generaciones futuras. Esta postura desprotege por lo tanto a quienes precisamente no están en condiciones de valerse por sí mismos, o requieren del cuidado o responsabilidad ajenos. Entre otros, los que no tienen voz, voto (o ninguno), y las generaciones futuras. Pero no hay que engañarse: tampoco los reconoce la Ecología Profunda (deep ecology). Parece desconocer, incluso, la igualdad entre los hombres -igualdad en todos sus aspectos-.
La Ética Ambientalista, en cambio, reconoce desde su perspectiva a la Biosfera como un Bien Instrumental. Desde esta perspectiva de la problemática ambiental plantea dilemas éticos. Reconoce la necesidad de nuevos equilibrios interactivos entre sociedad y ambiente, individualizando los comportamientos sociales e individuales para proteger, tutelar el ambiente, en tanto es un bien instrumental. De hecho, esto es una incorporación de la dimensión ética del ambiente.
No obstante, no se reconocen en esta perspectiva los derechos de la Naturaleza sino de que la elaboración de normas, que derivarán en conductas ambientalmente satisfactorias. Trata las cuestiones ambientales que hoy influyen en las condiciones de vida del hombre y quiebran algunas de sus certezas de comportamiento. Cuidar los recursos, pero en función de ser un bien instrumental para la economía. La ecología tiene un rol central, como ciencia aplicada, que permite la prevención de consecuencias derivadas de las acciones humanas para con el ambiente. También en oposición con la anterior, se le asigna a la cuestión ambiental una prioridad social por sobre las prioridades netamente económicas.
Estos valores, son similares a los que sostiene Ballesteros. Posicionado en la Ética Personalista, destaca cómo el derecho a la vida se encuentra actualmente amenazado por lo que en la Evangelium Vitae se describe como dos posiciones antagónicas en la relación Ser Humano-Naturaleza, que puede “reconducirse” al individualismo y al utilitarismo, que propugnan una libertad sin ley, al estudiar la libertad como independencia y según la cual “sólo se reconoce como titular de derechos a quien se presenta con plena o al menos parcial autonomía y sale de situaciones de total dependencia de los demás”. Como afirma Hans Jonas, citado por Calvo, S. y Gutierrez, J. (2006) “es que la promesa de la técnica moderna se ha convertido en una amenaza, o la amenaza a quedado indisolublemente unida a la promesa, trasciende la mera constatación de la amenaza física, afecta también la propia naturaleza humana”
No sólo la técnica amenaza al hombre. También se ve amenazado por las posturas que niegan la legitimidad de cualquier intervención sobre la naturaleza en nombre de una divinización suya. Ambas posturas coinciden en el temor, y asumen premisas malthusianas del crecimiento exponencial de la población y la carencia de alimentos, cuya provisión sólo crece en forma aritmética. Desde esta ética Ecologista o de los Derechos de la Naturaleza, como se dijo anteriormente, los comportamientos humanos deben someterse a las leyes de la Naturaleza. Con las consiguientes consecuencias en las variables sociales, culturales y económicas del desarrollo humano.
Pero gran parte de quienes sostienen estas premisas neomalthusianas se incluyen dentro del liberalismo postindustrial que traslada las industrias a territorios en los que la sobrepoblación entre otros factores, sumada a la escasez de recursos, trae como consecuencia mano de obra barata (El modelo Tecnocrático sostiene que la naturaleza equivale a recursos, cuya disponibilidad es ilimitada. No prevé la necesidad de poner límites a la disponibilidad en lo que se refiere a la naturaleza en su conjunto, pues carece de sensibilidad ecológica. Tiene que ver con las democracias basadas en la defensa de los intereses de los que pueden expresar sus preferencias, por lo que resulta incompatible con la defensa del medio ambiente y con la defensa de las generaciones futuras.
La responsabilidad frente a la nueva realidad del conocimiento científico y técnico adquiere una nueva dimensión “la tremenda vulnerabilidad de la naturaleza sometida a la intervención de la técnica del hombre”. La naturaleza, en cuanto responsabilidad humana es para Jonas un novum sobre el cual la teoría ética tiene que reflexionar. El nuevo problema ético es el que se genera una vez aplicado el saber previo: reconocer la ignorancia marca la otra parte del deber de saber: el deber del no saber pasa a ser parte de esta dimensión ética; Obra de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra.
Va de suyo que se requiere por lo tanto una política Ambiental Global Coherente con el principio de Responsabilidad, debido a que esto podría generar un aumento en la polarización de la sociedad global, aumentando los abismos existentes entre los países desarrollados y los otros. Es por eso que existe la obligación de cooperación internacional para afrontar los riesgos ambientales (el ambiente no reconoce fronteras).
Busca la realización de una Ética Pública de inspiración Weberiana: Ética de la Responsabilidad, a la que adhiere Jonas, y una Ética Personalista. Esta Ética se apoya en el principio de subsidiariedad. Si bien estas éticas surgen también del miedo y de la incertidumbre, son las que derivan, en parte, en el concepto de Desarrollo Sustentable. El concepto de Desarrollo Sustentable reconoce que el hombre no puede librarse de su naturaleza, que le confiere cierta dependencia con el ecosistema que condiciona y es condicionado por él.
Busca la realización de una Ética Pública de inspiración Weberiana: Ética de la Responsabilidad, a la que adhiere Jonas, y una Ética Personalista. Esta Ética se apoya en el principio de subsidiariedad. Si bien estas éticas surgen también del miedo y de la incertidumbre, son las que derivan, en parte, en el concepto de Desarrollo Sustentable. El concepto de Desarrollo Sustentable reconoce que el hombre no puede librarse de su naturaleza, que le confiere cierta dependencia con el ecosistema que condiciona y es condicionado por él.
El reto de la bioética es quizás humanizar al hombre, y adelantarse a los acontecimientos. Trazar puentes entre el hombre y su sociedad, para que realmente la libertad pueda surgir a partir de la interdependencia y la solidaridad entre los individuos que la componen. Transcendiendo, y no como una “abstracta y vacía independencia”. El fundamento de la dignidad humana es el ser. La dignidad humana va unida a su capacidad de relativizarse, de vencer la tentación de verse como el centro del mundo y verse desde fuera, entenderse como excéntrico, ver a los otros como seres dotados de la misma dignidad”… La capacidad de relativización de sus deseos e intereses le convierten en un fin en sí mismo, deja de ser un puro ser natural y se convierte en ser moral.
Figura. Imagen del Desarrollo sostenible.

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