sábado, 11 de junio de 2016

MEDIO DE COMUNICACIÓN EN LA EDUCACIÓN AMBIENTAL



La función social de los medios de comunicación va más allá de su valor educativo. Son también instrumentos indispensables para vehicular opiniones y contrastar puntos de vis­ta.

Han sustituido, en este sentido, a la “plaza pública”. Su misión, por tanto, debe ser la de ayu­dar a la clarificación del contenido y consecuencias de las diferentes decisiones/actuaciones/fe­nómenos relacionados con el medio natural, divulgándolos en términos comprensibles, aportan­do toda la información posible y, sobre todo, haciendo hincapié en las repercusiones de todo orden (social, económico, medioambiental,...) que la decisión/actuación/fenómeno pueda con­llevar. 

Ello equivale a admitir que los medios de comunicación son un terreno propicio para la confrontación de diversas concepciones de la vida y de la sociedad, concepciones que están en permanente tensión. Esta tensión tiene reflejo en el seno de los mismos medios (por ejemplo, en los conflictos entre intereses publicitarios y contenidos informativos).

Cuando los medios informativos asumen este papel, no solo son testigos de los cambios sociales, sino actores y motores de los mismos en gran medida. El periodismo “neutral”, al igual que la educación “neutral”, no existe. Conviene no olvidar que, en muchos casos, la información ambiental se estructura en torno a un conflicto, conflicto que en no pocas ocasiones trata de hurtarse al conocimiento públi­co. En este sentido, los medios de comunicación ejercen una labor de denuncia, imprescindi­ble e insustituible.

La información y la divulgación son instrumentos básicos dentro de una estrategia de educación ambiental en el medio social. Los medios de comunicación son agentes de información y formación social y, desde ese papel, contribuyen también a la educación ambiental. Los periodistas especializados realizan una labor muy diferente a la del educador ambiental, sin embargo pueden apoyar o reforzar su acción.

De hecho, los medios de comunicación han tenido una gran influencia en la extensión de la conciencia ambiental, algo comprensible si se tiene en cuenta que llegan a amplios sectores de la población para los que constituyen prácticamente la única fuente de información. A pesar de esta realidad, el tratamiento de las cuestiones ambientales en los medios es todavía insuficiente y, en general, presenta deficiencias importantes.

La televisión, ha cultivado tradicionalmente el género documental. Algunas décadas atrás, incluso se produjeron series documentales propias de gran calidad y fuerte impacto social, lo que por desgracia no tiene continuación en la actualidad. Con todo, el tipo de documentales programados tiende a centrarse en presentaciones de la naturaleza más espectacular, de la fauna “salvaje”, de paisajes libres de la degradación humana, aspectos que, si bien tienen interés y atractivo para el público, no pueden constituir la única mirada sobre el entorno. 

En el otro extremo del abanico, la televisión presta atención a los desastres ecológicos en sus múltiples vertientes, haciendo en general un tratamiento de escasa profundidad y, a menudo, descontextualizado. Pero, además, hay que señalar la importancia de los modelos y pautas que se difunden en la mayoría de programas y series, dado que los mecanismos psicológicos de identificación desempeñan un papel básico en la adopción de actitudes y comportamientos considerados como deseables por la sociedad. En este particular, el diagnóstico es preocupante y desalentador.

En cuanto a la radio, un medio de gran implantación popular en nuestro país, existen algunos programas de periodicidad semanal, siendo muy raros los diarios. Estos programas realizan dos tareas básicas: de información sobre los problemas ambientales y de fomento de la participación a través de secciones en las que los ciudadanos expresan sus opiniones, inquietudes y propuestas, sobre todo en los canales de ámbito regional. 

El medio radiofónico ofrece grandes posibilidades para un tratamiento abierto, inmediato y cercano de la información ambiental que deberían ser mejor aprovechadas. Existen además otros medios de comunicación (radios libres, fanzines, televisiones locales, etc.) que, aunque minoritarios, pueden ser utilizados como herramientas para la formación y la educación ambiental.

Para resumir, puede decirse que, en todos los medios de comunicación generalistas, se detecta una atención insuficiente e inadecuada a los temas ambientales por diferentes causas. Una de ellas es la desigualdad de peso frente a los contenidos tradicionales ya consolidados, que lleva incluso a considerar la información ambiental como un “complemento” fácilmente prescindible. Otra razón apunta a los déficits en el tratamiento informativo, a la falta de investigación, al detrimento de las labores de periodismo frente a las de mera redacción a partir de lo que generan los gabinetes de prensa y las ruedas de prensa. 

También hay que destacar el problema de la lectura desenfocada de la realidad ambiental -excesiva atención al suceso y, en su extremo, a la naturaleza exótica-, frente a la falta de seguimiento y profundización en los asuntos más cotidianos y menos llamativos.

Los medios de comunicación privados deberían hacer una revisión del tratamiento que dan a la información ambiental, dándole un espacio adecuado y mejorando la calidad de los contenidos. En cuanto a los medios públicos, es obligada la atención a los temas ambientales, a través de una información veraz, contrastada y relevante que responda a la función social que están llamados a desempeñar. En este caso, es exigible un aumento en cantidad y calidad de los programas específicos de contenido ambiental, tanto informativos como más explícitamente educativos, y realizados con medios técnicos y humanos propios. Asimismo, es necesario un esfuerzo para que los valores pro-ambientales impregnen la programación general.
Por su parte, la información ambiental especializada ha logrado afianzarse a través de revistas de distinta periodicidad. A finales de los años 80 y principios de los 90, se produce una verdadera eclosión de revistas centradas en temas de ecología y medio ambiente, junto a otras de turismo y deportes en la naturaleza. 

Aunque destinadas a un público minoritario, han dado lugar al amplio abanico que hoy encontramos: publicaciones de distribución comercial y venta en quioscos; publicaciones distribuidas por las organizaciones de defensa de la naturaleza; revistas divulgativas que abordan circunstancialmente temas ambientales; y publicaciones ambientales de los organismos públicos con competencias en la materia.

Esta prensa especializada tampoco se ha visto libre de ciertos vicios en la forma de tratar la información ambiental. Algunos se mencionaron al hablar de los medios generalistas, pero otros son más específicos, por ejemplo: la confusión entre información y publicidad de productos supuestamente ecológicos (cuyo etiquetado no siempre tiene reconocimiento oficial) o la invitación al “consumo de naturaleza”, a través de ofertas de visita a parajes exóticos y de práctica de deportes de aventura, sin consideración a problemas de exceso de frecuentación y deterioro de lugares sensibles. Hay que señalar, además, la escasa atención a la educación ambiental que se presta incluso en estos medios especializados.

A finales de los 80 surgen también las primeras revistas dedicadas en exclusiva a la educación ambiental, tanto de ámbito estatal como autonómico; éstas últimas editadas por las respectivas comunidades autónomas o por las asociaciones de educación ambiental. A ellas se suman números monográficos de revistas de pedagogía dedicadas a este particular. Las publicaciones especializadas en educación y comunicación ambiental son un medio fundamental de reflexión conjunta e intercambio para el colectivo de los educadores ambientales. En los últimos años se ha podido constatar un incremento en la oferta existente, tanto en cantidad como en calidad y diversidad. Con todo, es necesario realizar un esfuerzo colectivo para consolidar y mejorar este tipo de publicaciones.


Las nuevas tecnologías informáticas y multimedia abren nuevos caminos a la información ambiental, desde lo local a lo global. Por un lado, pueden asegurar la reutilización de lo que se divulga en los medios tradicionales, generalmente efímero. Por otra parte, el acceso a múltiples fuentes y bases de datos facilita el contraste de la información antes de ser publicada. De hecho, el acceso a las fuentes de información es uno de los problemas que señalan los periodistas especializados. 

Hoy por hoy, la administración es una de las fuentes principales de información ambiental y, sin embargo, los profesionales denuncian la dificultad de libre acceso a datos básicos o diferentes de los que aportan, ya elaborados, los gabinetes de prensa institucionales. Es necesario que la administración mejore en transparencia para que mejore el trabajo de información a la sociedad. Del mismo modo, también existen problemas con la comunidad científica, que debe hacer un esfuerzo de interpretación de los datos que aporta para facilitar la labor divulgativa de los periodistas.

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