En los últimos años, la opinión pública ha mostrado
un creciente interés en materia de Medio Ambiente. La demanda social en temas
ambientales está ahí y no existe partido político, organismo público o empresa
que no lo tenga en cuenta. Los programas-concurso ambientales cuentan con una
gran aceptación entre el público, así como los documentales y son, sobre todo,
los reportajes sobre especies exóticas y en peligro de extinción los que
parecen resultar más atractivos a los espectadores.
Además, los medios
también dedican parte de su espacio a los fenómenos meteorológicos propios de
cada época del año, como ciclones, nevadas, huracanes o riadas. Por ejemplo, durante este invierno el temporal ha ocupado gran parte de los informativos y
muchos han abierto con esta cuestión. Es habitual que este tema sea noticia
durante los meses de frío. En verano, son frecuentes las noticias sobre
incendios, debido a la gran incidencia de este fenómeno durante la época
estival.
Los temas medioambientales afectan al entorno
inmediato de la población y es por este motivo que la gente se muestra, cada
vez más, más sensibilizada con ellos. En este sentido, los medios de
comunicación generalistas, que tradicionalmente no han destinado un gran
espacio al Medio Ambiente, van ampliando su dedicación. En cualquier caso,
existen muchas revistas, ciertos canales de televisión y portales de Internet
especializados, que tratan este tipo de información con rigor y en profundidad.
Habitualmente,
cuando se analiza la presencia de las cuestiones medioambientales en los medios
de comunicación, suelen manifestarse dos tipos de opiniones. Por un lado, los
que no están especialmente implicados en la problemática ambiental, aunque no
son ajenos a ella, tienden a felicitarse por la creciente atención que los
medios prestan a estas informaciones. Por otro, los que viven implicados en
tareas de divulgación o conservación de la naturaleza son más propicios a
quejarse del tratamiento que estas informaciones reciben en los medios, ya sea
por defectos de calidad o de cantidad.
¿Para que sirve la información ambiental?
A
excepción del saber estrictamente profesional, la casi totalidad de los
conocimientos de que disponen nuestros contemporáneos proceden de los medios de
comunicación. En este sentido, es innegable que cumplen una función educativa,
aunque a veces se trate de un proceso inconsciente. Pero para que esta función
educativa se cumpla en sentido positivo, debemos ser conscientes de la propia
naturaleza de los medios de comunicación y la forma en que suelen tratar la
información ambiental.
Creemos, erróneamente, que la simple presentación
de determinados contenidos en los medios, y su gran difusión, cumplen
sobradamente con esta función educativa. Los medios de comunicación, y esto es
también muy conocido, no son más que poderosos agentes de propaganda y de
difusión de las ideas dominantes en la sociedad. La estrategia de la UICN (International Union for Conservation of Nature) “Cuidar la
Tierra” lo dice bien claro: “Lo que la gente hace es lo que la gente cree.
A
menudo unas creencias ampliamente aceptadas tienen más poder que los decretos
gubernamentales”. Y en muchos casos, la falta de conciencia sobre los problemas
ambientales se funda en creencias erróneas, creencias que se apoyan en malas
informaciones o en informaciones que los receptores no están en condiciones de
interpretar de forma crítica.
Para
educarse a través de los medios de comunicación es necesario “aprender” a
informarse, una tarea fundamental si tenemos en cuenta que para un gran
porcentaje de la población la televisión, la radio o los periódicos son la
única fuente de instrucción post escolar a la que tienen acceso. Aprender a
informarse requiere descubrir el catheter
fragmentario de la información, y las visiones parciales y manipuladoras de la
realidad que provoca.
La
comunicación objetiva, la comunicación neutral, la comunicación “completa”, no
existen. Con esto no estamos dibujando un mundo orwelliano, donde oscuros
intereses se encargan de manipular la realidad para ofrecernos una versión
falsa de la misma.
Estamos hablando de una actividad humana, sometida a los
criterios subjetivos de los comunicadores y a los servilismos políticos y
económicos de las empresas de comunicación, y que se desarrolla a través de
instrumentos incapaces de ofrecer una visión global de la realidad, por más que
a veces se nos vendan como algo que “supera a la misma realidad”. Otra cosa es
que los medios, conscientemente, adapten la realidad a sus propios intereses.
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